La cinta ganadora de la Palma de Oro de este año, Amour, debe mucho a las actuaciones de sus dos protagonistas: Emmanuelle Riva y Jean-Louis Trintignant. Ella actuó en Tres colores: Azul, de Krzysztof Kieslowski, y protagonizó Hiroshima mon amour (1959), de Alain Resnais. Trintignant ha participado en películas de Claude Chabrol, Bernardo Bertolucci, François Truffaut, Krzysztof Kieslowski y Jacques Audiard, entre otros.
Luego de varias audiciones, Michael Haneke se decidió por Riva no solo por su talento, sino por su semblante y físico tan naturales. “No es fácil encontrar personas de nuestra edad que no estén operadas”, dice su compañero Jean-Louis, "sobre todo si son mujeres”. Durante las nueve semanas de rodaje, la actriz decidió dormir en el set debido a que no quería cansarse en los trayectos, por lo que el director arregló que le llevaran comida y un guardia de seguridad en las noches.
Trintignant, por su parte, se mostró un poco renuente al principio. Para cuando se le ofreció el papel, el actor de 81 años llevaba casi nueve años sin actuar, y le había dicho a la productora que se mataría antes de hacer otra película. “Amé el guión, pero me pareció muy triste, y me encuentro en una edad en la que debo de evitar la tristeza”. Al final aceptó debido a que es un admirador de Haneke.
Isabelle Huppert –quien ya había colaborado en dos ocasiones anteriores con el director austriaco– ha comentado que no es ni pesado ni triste trabajar con Haneke. “El resultado que aparece en pantalla es producto del trabajo, y uno no puede trabajar con un aura de melancolía. En realidad Michael es una persona muy alegre, y tampoco es demasiado estricto como director. Claro, es cierto que a veces puede hacerte repetir diez veces la misma escena para captar el gesto que busca, pero en mi primera escena con Jean-Louis no me dio ninguna instrucción. Lo único que dijo fue ‘que no sea sentimental’”.
El director ha mencionado que la cinta tiene que ver con una experiencia similar que él vivió. “Yo tenía una pariente a la que apreciaba mucho, y tuve que verla sufrir”, refiriéndose a una tía suya que sufrió de reumatismo y que terminó por quitarse la vida. “Quise ahondar en el sentimiento que nace de no poder hacer nada al respecto”.