Durante el primer día de actividades del GIFF 2019 en la ciudad de Guanajuato, tuvimos la oportunidad de ver dos filmes: Midnight Family de Luke Lorentzen, y Huachicolero de Edgar Nito. 

Midnight Family 

Dir. Luke Lorentzen, México, 2019 

★★★★

Situada en el epicentro de la ciudad de México, Midnight Family explora la realidad de un sistema político en donde la corrupción y la poca importancia del gobierno hacia los ciudadanos juega un papel fundamental para el desarrollo del filme. La familia Ochoa, se dedica a ofrecer servicios de emergencia como ambulancia privada, siendo una de las tantas ambulancias en la CDMX que ofrecen dicho servicio a falta de las operativas de gobierno. A lo largo de la trama, observamos cómo los protagonistas luchan día a día contra otras unidades para ganar el servicio de ayuda ciudadana, convirtiendo cada noche en una epopeya en busca de generar dinero, viviendo en la incertidumbre de siquiera saber si podrán cenar dignamente. Los Ochoa, son una familia de clase baja que muestran su pasión y entrega por lo que hacen; liderados por Juan, un joven de 17 años que es el hijo intermedio, Luke Lorentzen logra plasmar en cada momento la deplorable situación que vive el país, capturando con su shaky camera, la violencia, la inseguridad, la corrupción y la esencia de México, ayudándose de esto último, con sonidos, tomas panorámicas de la ciudad, y encontrando en cada personaje que sale a cuadro, un espectro de análisis sobre la realidad de uno de los tantos sistemas que está corrompido y manipulado por las autoridades. Midnight Family es un golpe de realidad para el espectador que muestra la poca calidad humana con la que se maneja la situación por parte de las autoridades, poniendo en riesgo en cada momento a cualquier ciudadano que necesite un servicio de emergencia. 

Huachicolero

Dir, Edgar Nito, México, 2019 

★★★

Lalo (Eduardo Banda) es un joven que cursa la secundaria en los recónditos y marginados terrenos de las afueras de Guanajuato. Tras enamorarse de Ana (Regina Reynoso) compañera de clase quien vive en la misma precaria situación pero goza de la belleza, y trabajar ocasionalmente para Don Gil (Fernando Becerril) quien funge como su figura paterna y se dedica a la extracción ilegal de gasolina, Lalo, entra en una serie de episodios que lo llevarán a su descenso. Huachicolero, goza de un notable diseño de producción en donde cada detalle que se observa a cuadro ayuda a comprender la situación que viven los protagonistas. Desde el espejo roto en el cual Lalo se observa en su humilde casa, hasta los cueritos que come en el recreo de su escuela, Nito logra envolver al espectador en la situación donde se desarrolla la narrativa, ayudándose de notables tomas realizadas por el cinefotógrafo Juan Pablo Ramírez que captura los paisajes desiertos que reflejan la soledad interna y existencial de cada personaje y desnuda a sus protagonistas con tomas cerradas en donde observamos el vacío y preocupación de cada uno de ellos por su futuro incierto, el filme logra crear momentos de gran tensión, pero carece de una estructura dramática y argumentativa a lo largo de su desarrollo, donde el problema del huachicol solo es un pretexto para contar una historia  de amor trágico que se ha observado en repetidas ocaciones a lo largo de las últimas décadas en el cine mexicano, como en Amar te duele o incluso en el reciente filme de Gael Garcia, Chicuarotes. Con una actuación notable de Eduardo Banda, una buena idea cinematográfica de Nito y un gran trabajo de Ramírez, Huachicolero sirve para ilusionarnos y ver el panorama hacia los proyectos siguientes de cada uno de los mencionados, pero que, en esta ocasión sufre de huecos narrativos, y sobre todo, carece de un clímax, lo que hace que el desenlace del filme, -a pesar de ser bueno-, carezca de un impacto potencial hacia el espectador.