Alejandro González Iñárritu, el realizador mexicano autor de filmes como The Revenant (2015), Birdman (2014) y Amores perros (2000), recibió el premio Corazón de Honor de Sarajevo, durante el Festival de Cine de Sarajevo, que se ha llevado a cabo durante los pasados días en la ciudad bosnia y aprovechó una charla con Variety para dejar clara su postura respecto al cine actual. Ha exhortado a la industria fílmica a protegerse en contra de la influencia de la narrativa de la televisión en el cine, una crisis que se avecina y que podría extirpar al cine de la belleza y la poesía que le han permitido ser una forma de expresión artística única. Para el ganador del Oscar es una gran preocupación que los asistentes al cine lleguen a perder la habilidad para apreciar lo que hace especial la experiencia cinematográfica.
El desafío más importante que enfrenta el cine actualmente es el efecto que la narrativa vertiginosa asociada a las hoy tan en boga series televisivas, que tienen como función mantener constantemente entretenido y cautivado al espectador, está teniendo en las películas que hoy se hacen, advirtió Iñárritu.
La forma de hacer cine “necesita mucha más contemplación, un poco más de paciencia, necesita ser un tanto más misteriosa, impenetrable, más poética y animada”, recalcó.
En el pasado, los filmes “exploraban distintas maneras de contar historias, intentando empujar el lenguaje. Esos filmes han desaparecido. Ahora lo que rige son los grandes ‘tentpoles’ (grandes filmes vinculados a la venta de productos)…o la experiencia de la TV a través de plataformas digitales”, continuó. La atención que las modernas series televisivas demandan de sus espectadores obliga a una mayor inmediatez en la narrativa, apuntó Iñárritu durante la clase magistral que ofreció el día de ayer en Sarajevo.
El lenguaje está cambiando, la necesidad de una trama y narrativa convencional es tal que ha comenzado a deformar la manera en que los directores exploramos los temas”. La gente tiende a rechazar cualquier cosa que demande “un poco de tiempo”, añadió. “La gente hoy en día es muy impaciente, de plano ya están de ‘Dame más. ¡Que haya más muertes! Haz algo.” Este tipo de narrativa está infuenciando en gran medida a los directores de cine, que lo están introduciendo a su forma de hacer película, acusó el mexicano.
“Está cambiando a tal velocidad que ahora los filmes deben dar placer inmediato a su audiencia. Deben ser globales y hacer mucho dinero, por lo que se han convertido en anuncios publicitarios de Coca-Cola que deben satisfacer a todo el mundo. ¿Qué sucederá con las generaciones jóvenes que no serán capaces de entender que un filme puede ser poético o impenetrable o misterioso?” Esa poesía, la voz única expresada por los cineastas, en ocasiones emerge inesperadamente de forma defectuosa, lo que hace que producir un filme sea todavía más desafiante para Iñárritu, que aunque ya ha producido películas como Los ojos del mar (2018) de Jose Álvarez, En la estancia (2014) de Carlos Armella y El último Elvis (2011) de Armando Bo, no se siente tan prolífico como productor como su compatiota, Guillermo del Toro.
“Cuando veo un filme que me gusta, quiero ayudar a que el filme tenga buena exposición”, comentó, pero amplió que el rol carga sus propias dificultades. “Como productor siempre encuentro un conflicto porque me interesa ver cómo surge la voz de alguien más, sin importar si es errónea o no estoy de acuerdo con ella porque en ocasiones los errores del primer filme se convierten en magia y es lo que me gusta… La ópera prima no debe ser perfecta. Esa es la poesía, es humana, hay algo torpe ahí, y eso es lo que me gusta… Los manchones, eso es lo que producen la voz del (autor), y no me gusta quitárselos, y esa es la tentación. No puedo hacerlo porque es lo que me gusta, así que quizá no soy un buen productor. Me gusta que la gente se exprese como es, incluyendo los errores. Por eso sufro, me enfrento con esos dilemas”.
Durante su charla previa en la clase magistral, refiriéndose a las distintas facetas del quehacer cinematográfico, González Iñárritu aclaró que el cine para muchos “es una forma artística para expresar visiones personales del mundo, para otros es solo entretenimiento, y para otros más es una manera de hacer dinero, una industria”. El cine, apuntó, se ha convertido en “la forma de arte más importante del mundo”, pero al mismo tiempo es “una orgía de intereses que conviven en la misma cama: tiene principios poéticos pero simultáneamente es una puta que te cobra dinero”.
El cine ahora se ha amplificado en distintas direcciones, explicó Iñárritu. “Cada vez es más radical. Los poetas radicales hoy en día son realmente radicales –no mover la cámara, nada de narrativa ni trama”. Y del otro lado del espectro, “los mercenarios del dinero solo quieren -¿cómo dicen en los estudios de cine de Estados Unidos? Le llaman ‘se contentan con ‘llenar la tubería.’ Así es como lo consideran en los estudios”.
“Y otro problema es la dictadura del algoritmo en el mundo en el que vivimos”. Los servicios de streaming son manipulados por algoritmos diseñados para alimentar a la gente de lo que les gusta, añadió el director. “Y ensanchan esos gustos. Cuando tomamos decisiones, nos dan más de lo mismo. El problema es que los algoritmos son muy listos, pero no son creativos y no conocen lo que ni siquiera la propia gente sabe que le gusta”.
Trad. EnFilme
Fuente: Variety