Los mundos de ficción evocados por el realizador texano, Wes Anderson, poseen una coloración intensa, precisa y bien definida. Las diversas tonalidades de los espacios –a veces azules, amarillas, verdes o rosas– se expanden con la intención de empapar la piel y vestimentas de los personajes hasta arroparlos con la misma intensidad de su coloración. El rigor y exactitud con la que Anderson trabaja los colores –hace uso de una amplia gama de tonalidades– provoca que sus mundos tengan matices particulares creando un universo casi onírico, pero también nostálgico, debido a que la formalidad e intensidad pictórica de sus imágenes son el recuerdo de un mundo que no es o de un tiempo que pudo haber sido.
El rosa expresivo de The Grand Budapest Hotel (2014) hace que el edificio sea el personaje central del filme; el tono mostaza que define a Margot (Gwyneth Paltrow) en The Royal Tenenbaums (2001); el verde del escenario y de la vestimenta de los boy scouts en Moonrise Kingdom (2012), entre otros.
La paleta de colores de Anderson es parte integral de su universo cinematográfico. Su buen ojo para la dirección de arte, así como su fantástica atención en los detalles, crean el espacio y el tono apropiado para que sus personajes existan y para que los espectadores se “pierdan” y entusiasmen en ellos.
Hamish Robertson, artista visual, fotógrafo y publicista.
Bottle Rocket, 1996.
Rushmore, 1998.
The Royal Tenenbaums, 2001.
The Life Aquatic, 2004.
Hotel Chevalier, 2007.
The Darjeeling Limited, 2007.
Fantastic Mr. Fox, 2009.
Fantastic Mr. Fox, 2009.
Moonrise Kingdom, 2012.
Moonrise Kingdom, 2012.
The Grand Budapest Hotel, 2014.
LFG (@luisfer_crimi)
Fuente: AnOther