Detalles de ‘Carne y arena’, la instalación de realidad virtual de Alejandro González Iñárritu
El sábado pasado, en el Festival de Cine de Tribeca, Alejandro González Iñárritu (Birdman, 2014; The Revenant, 2016) tuvo una conversación con la artista serbia precursora del performance, Marina Abramovic, sobre las peculiaridades de su próximo proyecto a estrenarse en el Festival de Cannes, la instalación de realidad virtual titulada Carne y arena (2017).
Iñárritu destacó que ya no está interesado en hacer películas realistas. El cineasta mexicano –que es uno de los tres directores en ganar dos premios Oscar consecutivos– le confesó a Abramovic que desde 2009 le disgusta cada vez más explorar el realismo en el cine.
[El realismo] no agrega nada, no mejora nada, y ya no revela otra realidad. Nuestra realidad interna es más importante, o es la única que existe para nosotros mismos. Me encanta jugar cinematográficamente y percibir personajes a través de ese estado de conciencia.
Mientras que Birdman es uno de los ejemplos más fuertes de Iñárritu dejando que los pensamientos internos de un personaje se apoderen de la narración, dijo que nunca volverá a hacer una película como esa, en parte porque la elaborada cámara requerida le impidió hacer más de dos o tres tomas por secuencia. También el proceso de improvisación le parece extremadamente difícil hasta el punto en que un intento de reescribir una broma en una escena causó que Iñárritu perdiera un día entero de rodaje.
Al preguntarle con qué actor le gustaría trabajar, Iñárritu se desvió al decir que no piensa en lanzar un nuevo proyecto hasta después de que haya escrito el guion. Sin embargo, compartió un arrepentimiento por no poder trabajar con el fallecido Philip Seymour Hoffman. “Me hubiera encantado haber trabajado con él”, dijo.
Cuando se le preguntó en qué estaba trabajando, el director compartía escasos detalles aparte de decir que tenía un par de proyectos que estaba buscando, pero que ambos eran “sólo "ideas”, y él no sabía cuál de los dos elegiría primero. Sin embargo, el nuevo proyecto de Iñárritu es algo que nunca antes había hecho: una instalación de realidad virtual sobre los inmigrantes titulada Carne y arena que es el primer proyecto VR elegido para la Selección Oficial del Festival de Cannes.
Una experiencia en solitario de seis minutos y medio –sólo una persona puede entrar en la historia a la vez– el trabajo cuenta con un gran espacio inmersivo y multinarrativo con personajes humanos. Un inmigrante mismo, Iñárritu, dijo que tenía el deseo de centrarse en el tema debido al estigma asociado con la inmigración hoy en día.
La migración y el terrorismo se mezclaron en 2001 y de repente las personas quedaron atrapadas en esta ignorancia y miedo. Pensé que sería asombroso registrar y explorar unas cuantas historias y viajes de los indocumentados.
Trabajar en su primer proyecto de VR durante un año entero hizo que Iñárritu se sintiera de nuevo un niño, manifestó, por la forma en que fue capaz de aprender un nuevo medio desde cero.
Estamos dando pequeños pasos. Nadie sabe nada. Yo no sé nada. El error más grande con VR es interpretarlo como una extensión del cine, pero no es cine. VR es todo lo que el cine no es. Y descubrí que el aspecto lúdico es una manera fantástica de no tener miedo de fracasar.
Hacia el final de la conversación, la siempre impredecible Abramovic compartió una idea impulsiva con Iñárritu y con la audiencia: “¿Puedes ponerme en una de tus películas?”, le preguntó. “Tengo un sueño. Es muy comunista. Estoy de rodillas limpiando el piso. Un piso de madera, con un gran cepillo. Puede ser un asesinato. O una escena de amor.” Añadió que sólo estaría en segundo plano.
Iñárritu no vaciló. “Es una promesa”, le respondió.
EF (@EnFilme)