Conoce más verdaderas historias que inspiraron al cine
Mi última voluntad (2015), dirigido Pascale Pouzadoux, se centra en los dos últimos meses de vida de Madeleine (Marthe Villalonga), una anciana que, durante la celebración de su cumpleaños número 92, le anuncia a su familia (hijos y nietos) que ha fijado la fecha de su muerte. ¿Es una salida digna a una larga vida? ¿Es un acto egoísta y equivocado? ¿Ella ignora el dolor y el daño que la decisión tiene sobre su propia familia? ¿Sus hijos y nietos son conscientes del dolor y la soledad que se sufren durante la vejez?
El filme se basa en La dernière leçon, novela de Noëlle Chatelet (la hermana del exprimer ministro francés, Lionel Jospin), que describe la decisión de su propia madre de suicidarse.
Mireille Jospin murió a finales de 2002 en su casa de La Celle-Saint-Cloud (Yvelines) a la edad de 92 años. “Mireille Jospin-Dandieu, partera, viuda de Robert Jospin, miembro del comité de patrocinio de la Asociación por el Derecho a morir con dignidad (ADMD), decidió abandonar la serenidad de la vida, a la edad de 92 años, el 6 de diciembre de 2002”, escribieron los familiares para notificar la muerte.
La mujer fue conocida por su fuerte personalidad; incluso, se mantuvo muy activo hasta los últimos años de vida. En marzo de 2001, durante la huelga nacional de parteras, apoyó públicamente a sus “hermanas”, como solía referirse a sus compañeras y colegas de trabajo. “Me parece inaceptable que el mejor trabajo del mundo sea tan mal pagado y mal reconocido”, aseguró. Además, ella luchó insistentemente por la creación de “casas de nacimiento”: lugares donde las mujeres podrían dar a luz en un ambiente seguro, pero en el que dispondrían de las mismas técnicas médicas de los hospitales. Gracias a su hijo, ella se reunió con Bernard Kouchner, entonces Ministro de Salud, para manifestarle sus inquietudes y propuestas.
En una conmovedora carta, que Chatelet describe en su novela, Mireille Jospin explicó que una de las razones para “dejarse morir” fue darle impulso a la campaña para legalizar la eutanasia, que calificó como “la paz del cuerpo en su tiempo”. “Noventa y dos años, es tiempo de irse antes de que se produzcan los deterioros”, escribió ella el día de su muerte a los miembros de ADMD. “Estoy dejando esta vida con calma. Aún así, estoy muy triste de dejar a mi familia, grande y pequeña, y mis amigos: [pero] ¿no es eso el orden de las cosas?”.
Mi marido y mis hijos han llenado mi vida. No soy un creyente en el sentido estricto del término, pero a menudo digo y repito: gracias, gracias por la magnificencia de este mundo. Me gustaría un poco más tarde levantar una esquina del velo para ver si la humanidad se ha vuelto más sabia, si ha renunciado a destruirse a sí misma.
Adoro las flores. Mi marido y mis hijos se han encargado de que siempre me acompañaran, desde los pequeños ramos de caléndulas al comienzo de mi matrimonio hasta las magníficas rosas, hortensias y orquídeas que mis hijos me ofrecen ahora. Ellos me han dado un espejo de vida: floreciendo, floreciendo, desvaneciendo, en períodos de diferentes longitudes, fieles a sí mismos, una imagen de toda vida.
EF
Fuentes consultadas.
- I'm 92 and it's time for me to leave, publicado en The Guardian [2002].
- When Good Health Is No Obstacle to Euthanasia, publicado en Zenit [2003].