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Pionera del cine comunitario
Publicado el 19 - Ene - 2017
 
 
Cuando el cine indígena o comunitario comenzó, las mujeres indígenas fueron las primeras en experimentar, entre ellas Teófila Palafox. - ENFILME.COM
 
 
 

En México, es común ver a personas -mujeres en su mayoría- caminando con bultos o canastas que cargan sobre sus cabezas. El cuerpo es capaz de aguantar el 20 por ciento de su propio peso en esta posición y caminar grandes distancias utilizando la misma energía que emplearía si no llevara nada. Igualmente, si el organismo está acostumbrado, la carga puede aumentar sin alterar el equilibrio.

En San Mateo del Mar, localizado en una delgada península oaxaqueña que divide dos lagunas del Océano Pacífico, la estabilidad que proporciona a las mujeres controlar el peso en la cabeza no sólo les permite llevar y comercializar las prendas que tejen ellas mismas y el pescado que sus esposos extraen del mar, sino también filmar video de calidad sin necesidad de un tripié o una grúa; sólo necesitan una cámara en mano.

Fue ahí donde nació el cine comunitario en México hace más de 30 años, en medio del mar.

Tejedora, partera y cineasta, Teófila Palafox, indígena huave, fue una de las primeras mujeres que tomó la cámara Súper 8, misma con la que realizaron sus primeras grabaciones cineastas como Steven Spielberg, Pedro Almodóvar, Christopher Nolan y Lars Von Trier; cuando el Instituto Nacional Indigenista ofreció un taller de cine a las mujeres de su comunidad.

"La artesanía es como pintar algo que nace de ti, de tus ideas. A mi manera de ver ,el cine es una forma de expresión de imagen y sonido. Me inspira mucho ver cómo se pueden plasmar y acomodar imágenes. Me divierte. Hacer imágenes con la cámara es más fácil y rápido que sobre tela"

Si el pecado original del cine es haber nacido en la industria, con Teófila Palafox la falta se redime.

"En este oficio no se gana, se trata de dar un servicio de corazón, sin interés económico. Sólo se gana si hay concursos, y eso no es seguro" agrega Palafox quien a pesar de haber realizado dos cintas hoy en día no cuenta con una cámara para desarrollar debidamente esta vocación.

Tiene 60 años y un rostro moreno, que resalta sobre la blusa morada con rombos multicolores bordados a la altura del pecho. Es tejedora, y de las buenas. Su madre, Antonina, le enseñó- De eso vive y adonde va, lleva sus piezas para vender, sea el Distrito Federal, Oaxaca, Washington o Nueva York, ciudades a donde ha ido gracias a sus videos.

También es partera. Muy solicitada. Una noche soñó que ella tenía que ayudar a parir y desde entonces lo hace. Es algo "que me sale del corazón", como hacer cine.

Con lo aprendido en el INI, donde también tomó un curso de video, Palafox filmó en 1985 el cortometraje documental Historia de una familia ikood, y codirigió con Luis Lupone el documental Tejiendo mar y viento, registra el aprendizaje de las 15 mujeres tejedoras que integraron el taller.

Ambas cintas forman parte del ciclo "50 años de memoria audiovisual indigenista", que se inauguró el miércoles 9 de agosto de 2006, con la presencia de a cineasta, quien volvió a la Cineteca luego de más de 20 años de ausencia.

Luis Lupone, entonces asistente de cámara, quien regresaba de Francia capacitado por el antropólogo y cineasta Jean Rouch, percibió que en muchos de los documentales del INI había poca seriedad y tiempo para retratar de manera correcta la realidad de cada pueblo, elaborando una especie de catálogo de las comunidades.

En la construcción de imágenes que retratan a los pueblos originarios ocurría algo parecido.

En murales, esculturas y zonas arqueológicas se plasmaba al indígena como parte de un pasado glorioso que ya no existe, segregado en el presente por quienes no hablan su lengua ni siguen sus tradiciones; en la fotografía después de la Revolución Mexicana aparecieron postales del indio como folclor nacional; en el cine de ficción dominaba la figura del indígena como un ser inferior y en los documentales la voz en off del narrador trataba de manera condescendiente y paternalista al indígena.

 Teófila, acompañada de su hermana Elvira y sus vecinas Guadalupe y Justina Escandón, comenzó a grabar la vida diaria de los habitantes de la península, quienes sentían desconfianza frente a la cámara.

"Pensaron que estábamos trabajando con un extranjero y que nos paga bien y que nos vamos a hacer de dinero porque los que graban son extranjeros, de afuera", menciona Teófila Palafox en entrevista.

Los pobladores se quejaban, además, de que siempre los grababan sin saber para qué y no veían el resultado. Costó trabajo acostumbrarse a la cámara, pero poco a poco comenzaron a soltarse.

Leaw amangoch tinden nop ikoods, nombre original del cortometraje de Teófila Palafox, fue el único en terminarse y exhibirse dos años después de ser filmado, y fue nominado un año después al Ariel como mejor mediometraje documental.

Cuatro años después del primer taller de cine indígena nace el Proyecto de Transferencia de Medios Audiovisuales a Organizaciones y Comunidades Indígenas, que retoma la dinámica practicada por Luis Lupone y los habitantes de San Mateo del Mar, sin reconocer estos primeros trabajos.

Sin dinero para producir, ni tiempo para buscar recursos, sin cámara, pero con un gran amor por el cine, a Teófila le gustaría volver a filmar, seguir creando historias cronológicas, entrelazando los hilos del telar que sostiene con un cordón amarrado a su cintura.

JSÑ(@Panquem)

Fuente: Reforma

 
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