Advertencia: Esta nota contiene spoilers de varias pelÃculas.
Leonardo DiCaprio tiene dos momentos en su filmografÃa que se han vuelto icónicos por la prolongada exposición al agua helada. El primero de los casos es ese momento casi al final de Titanic (1997) en el que sede su espacio a Rose (Kate Winslet) para que sobreviva, mientras él queda sumergido unos 8 minutos y sabemos que al final termina congelado, yéndose al fondo del océano Atlántico. La segunda vez, fue el año pasado en The Revenant. Ese momento en el que se sumerge a un rÃo helado para huir de los vengativos nativos americanos que lo persiguen. Eso sumado al hecho de que lo ataca dos veces un oso grizzli, es para esperar que DiCaprio hubiera muerto en esta cinta también, pero en contra de toda expectativa sobrevive ¿cómo? ¿por qué?
Para contestar esta pregunta podemos poner otro ejemplo. El actor Matt Damon es abandonado dos veces en un planeta lejano. La primera vez en 2014 en la pelÃcula Interstellar. Allà no hace nada para sobrevivir, se queda en el frÃo esperando a que alguien lo rescate, lo que muy probablemente no va a pasar. Cuando finalmente llegan por él, porque manda un mensaje mintiendo en el que dice que en ese planeta hay una atmósfera sostenible, arruina todo: mata a uno de los rescatistas y asalta al otro. Al final muere de una forma muy estúpida en un percance con un vehÃculo por no poner atención. Sin embargo, las cosas no terminan asà la segunda vez. En The Martian (2015), es nuevamente un cientÃfico en un planeta deshabitado. Su situación es crÃtica, sus compañeros astronautas ni siquiera saben que él está vivo en Marte. Está atrapado, incomunicado y con poca comida. Pero en vez de sentarse a sentir lástima por sà mismo, o mentir, construye su propio refugio, siembra papas, busca la manera de avisarle a la NASA que sigue con vida. Cuando se prepara para escapar del planeta se asegura de que todos los detalles están correctos. Todo eso le trae éxito en su misión de volver a casa sano y salvo.
Estos dos casos parecen sugerir que los actores adquieren herramientas en un filme que pueden poner a su favor en el siguiente, en algo que los neurocientÃficos podrÃan llamar “ósmosis actoralâ€. Hay una curva de aprendizaje que permite que los actores triunfen sobre los obstáculos de una pelÃcula que se asemeja a otra. Clint Eastwood, que no volvió a ser linchado como en High Plans Drifter; Diane Keaton, no regresó nunca más a casa con un guapo asesino después de lo que pasó en Looking for Mr. Goodbar; Mel Gibson muere en Braveheart a manos de un inglés sádico, pero nada de eso en The Patriot. Todos ellos son ejemplos de este fenómeno.
Pero no todos los actores y actrices tienen este progreso en sus carreras. Jennifer Aniston siempre vuelve a tener novios perdedores. Eric Bana vuelve a ponerse en el lugar incorrecto, en el momento incorrecto, con el arma incorrecta y la novia incorrecta. Aunque casi todos los actores tienen una curva de aprendizaje, ellos parecen no adquirir ninguna herramienta en su trabajo.
Finalmente tenemos a Domhnall Gleeson, quien salió el año pasado en cuatro pelÃculas que fueron nominadas de la academia. Muy impresionante. Pero lo que no es impresionante es la maneta en la que en cada una de ellas arruinó todo: no consiguió a la chica en Ex-Machina incluso si fue lindo con ella. Tampoco enamoró a la de Brooklyn, aún si ella realmente estuvo interesada por momentos. En The Revenant cayó en la clásica trampa del escondite tras la roca. Y en Star Wars: The Force Awakens tenÃa todo para cumplir su misión de destruir el planeta donde estaban los rebeldes y también lo echa a perder. Esperamos que en próximas ocasiones la ósmosis actoral haga algo por Domhnall.Â
Nota: Todo esto lo piensa Joe Queenan en The Guardian. Pero estamos omitiendo algo muy importante: la mano invisible de guionistas sádicos y el trabajo de directores que aman hacer sufrir a los personajes.
NVL (@Natmond22)
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