Al final de Inside Llewyn Davis (lee aquí nuestra reseña), el filme más reciente de los hermanos Coen, se escucha una voz inconfundible. Emana desde una sombra sentada en un bar, detrás de un micrófono, guitarra en mano. Aunque no lo vemos, reconocemos el timbre de Bob Dylan. Al mismo tiempo, el (anti)héroe del filme está en el callejón aledaño recibiendo senda paliza. Estamos en los inicios de los sesenta. El primero sobresalió en gran medida porque supo adaptarse a sus tiempos: fue el número uno en usar una guitarra eléctrica para interpretar folk. Sus compañeros y seguidores se le fueron encima. El segundo, en el filme, fracasó en parte por mantenerse fiel a sus principios.
Lo que antes era visto como un crimen, los tiempos de ahora han facilitado que se convierta en un trabajo: muchos roqueros (por definición contraculturales), están a la venta. Esta noche de Super Bowl, Bob Dylan, hasta hace tiempo rebelde por antonomasia, apareciendo en un comercial de Chrysler y permitiendo que su canción “I Want You”, de 1966, fuera usada por el yogurt Chobani, ha dado nuevamente pruebas de su flexibilidad, aunque en este caso, muy a pesar de la su congruencia, lo flexible son sus principios.
No es la primera vez que Dylan permite que él mismo o sus canciones se usen a favor de la mercadotecnia televisiva. Está el mashup que hizo will.i.am de su hit “Forever Young” para Pepsi, también para la transmisión de un Super Bowl, el de 2009. En 2003, Victoria’s Secret usó su canción de 1997, “Love Sick”, en un comercial. Un año después, las modelos de la famosa marca de lencería y el cantautor mismo aparecían en un spot que debutó en American Idol. Desde entonces, los beneficiados han sido muchos: General Motors (en donde maneja una Escalade), Apple (aparece su silueta), Jeep (usó su canción “Motherless Children”).
Aunque Dylan no es el único de sus contemporáneos que se ha vendido (están The Who, Billy Joel, entre varios), y no todos lo han hecho (Bruce Springsteen y Tom Petty han dado indicios de odiar esta práctica), queda claro que ser roquero está convirtiéndose más en una imagen que en una forma de estar en el mundo.
EF
Fuente: Variety