Sobre su obra literaria y su asociación con Jean-Paul Sartre se sabe casi todo, pero menos conocida es la historia de amor que la escritora y filósofa francesa, Simone de Beauvoir, vivió entre 1953 y 1959, con el cineasta Claude Lanzmann -director del monumental Shoah (1985), documental de nueve horas de duración que narra la historia del Holocausto a través de entrevistas con testigos, tanto perpetradores como sobrevivientes-, 18 años menor que ella cuando él, en aquella época, era secretario del autor de La náusea (1938) y El ser y la nada (1943).
En los últimos días, el periódico Le Monde ha publicado una de las 112 cartas escritas por la autora de Todos los hombres son mortales (1946) dirigida al gran amor de su vida:
Mi querido niño, eres mi primer amor absoluto, el que sólo sucede una vez en la vida, o tal vez nunca. Pensé que nunca diría las palabras que ahora me resultan naturales: cuando te veo, te adoro. Te adoro con todo mi cuerpo y mi alma. Eres mi destino, mi eternidad, mi vida”.
Hasta ahora inédita, la correspondencia ha sido recientemente adquirida por la Universidad de Yale, en los Estados Unidos.
Ella, que en El segundo sexo (1949) había bautizado al matrimonio como una institución “obscena” que esclavizaba a las mujeres, aseguró al cineasta en 1953 que daría lo que fuera por “arrojarse en sus brazos” y quedarse “allí para siempre”.
La carta también muestra que nunca estuvo sexualmente satisfecha con su pareja, Jean-Paul Sartre; revela que el filósofo existencialista tenía muchas otras amantes, siempre tenía un apartamento separado y nunca fue capaz de satisfacerla físicamente de la misma manera. “Lo amaba, con seguridad. Pero ese amor no se me devolvía con el cuerpo. Nuestros cuerpos juntos eran en vano”.
Lanzmann tenía 26 años y era el secretario de Sartre cuando conoció a Simone, de 44 años. El cineasta le dijo al periódico Le Monde que la historia completa de su amor solo se conocía a causa de un enfrentamiento con la hija adoptiva de Beauvoir; él acusó a Sylvie Le Bon, la albacea literaria de Simone, de tratar de sacarlo de la vida de su madre.
Temiendo que Le Bon quisiera “eliminarme pura y simplemente de la existencia de Simone de Beauvoir”, Lanzmann vendió las cartas a Yale para que los historiadores tuvieran acceso a ellas. El veterano cineasta dijo que nunca tuvo la intención de hacerlas públicas hasta que se dio cuenta de que Le Bon iba a “publicar todas las cartas de De Beauvoir excepto la correspondencia entre ella y yo”.
Por ahora, la correspondencia únicamente puede ser consultada por investigadores de la biblioteca de la Universidad de Yale.
Trad. EnFilme
Fuentes: The Guardian, Corriere della sera