Venecia 2022. 'Tár' de Todd Field; 'Athena' de Romain Gavras; 'Bones and All' de Luca Guadagnino - ENFILME.COM
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Venecia 2022. 'Tár' de Todd Field; 'Athena' de Romain Gavras; 'Bones and All' de Luca Guadagnino
Publicado el 03 - Sep - 2022
 
 
Una soberbia directora de orquesta en desgracia, un incendiario drama con tintes racistas sobre familias de inmigrantes en los suburbios parisinos y un par de jóvenes canibales enamorados en el segundo día veneciano. - ENFILME.COM
 
 
 

Filmes en competencia en la Selección Oficial de Venecia 2022

Bardo de Alejandro González Iñárritu en Venecia 2022

En el segundo día de la competencia en la 79a edición del Festival de Venecia se han presentado tres filmes muy interesantes: uno por Todd Field en el que luce, para variar, majestuosamente, la gran Cate Blanchett: Tár; una historia de racismo llena de furia en los suburbios pobres parisinos donde habitan familias de inmigrantes negros y asiáticos, que nos recuerdo a La Haine de Mathieu Kassovitz, titulada Athena, de Romain Gavras; y el nuevo trabajo de Luca Guadagnino, Bones and All, de nuevo haciendo mancuerna con Timothee Chalamet, sobre una joven pareja canibal en los ochenta, a fines de la era de Reagan en Estados Unidos. Esto ha dicho la crítica sobre estos filmes.

 

Tár

Dir. Todd Field 

Nadie más que Cate Blanchett pudo haber brindado la imperial arrogancia necesaria para esta absorbente película del guionista y director, Todd Field, acerca de una directora de orquesta de fama mundial dirigiéndose hacia una crisis o colapso o progreso creativo. Nadie más que Blancehett posee el empaque para vestir un traje negro de dos piezas con una camisa blanca de cuello abierto, el modo de sacudir su pelo suelto en momentos de abandono, la forma de permitir que su rostro se convierta en una máscara de Tutankhamon de desprecio. Ella mantiene el peso de la pantalla por dos horas y media, con la ayuda de la épica cinematografía de Florian Hoffmeister, una proeza de control, haciéndonos esperar y conjeturar sin mayor esfuerzo por un clímax casi tántrico diferido. Y cuando llega, es ciertamente impactante, si bien un poco melodramático e incluso absurdo en formas en que este filme ultraestilizado no es del todo capaz de absorber. 

Tár tiene un trabajo en el que el ensorberbecimiento es en buena medida parte del mismo territorio: como un mariscal de campo, debes manejar el bastón de mando. No tiene caso ser un conductor de orquesta que es tímido y retraído: el puesto requiere que te pares en frente de músicos en un podio, dirigiéndolos con gestos extravagantes. Y Tár tiene un don natural para hacerlo, con todas sus políticas, la diplomacia y el manejo de los medios. Se ha inventado a sí misma a través de la conducción: ninguna otra profesión y ninguna otra carrera musical pudo haberlo hecho. Y hay algo genuinamente conmovedor cuando la ves mirar un viejo video de Leonard Bernstein enseñándole música a unos niños. No estoy seguro de que todos los disparates y tics intrigantes del filme, sus pistas y amagos cuajen satisfactoriamente, pero vaya interpretación colosal de Cate Blanchett. 

★★★★ de 5

-Peter Bradshaw, The Guardian

 

Tár es mucho más que la gran película norteamericana acerca de la “cultura de la cancelación” -una frase que el filme humilla en cada movimiento -sino que este denso y complejo retrato de una mujer conductora de orquesta caída en desgracia también demanda ser visto a través de ese singular lente desde el primer plano. El apasionante, engañosamente austero tercer filme de Todd Field se engrandece al agarrar la reja electrificada del discurso de la era digital con ambas manos e invitarnos a tener el atrevimiento de tomarla también por 158 minutos con la esperanza de que en última instancia nosotros empecemos a también a sentir el sobresalto. 

Tár es una provocación colmada de puñetazos en cámara lenta y las risas más secas (incluso su título acentuado es un sabido chiste local pretencioso) y, sin embargo, Field parece poco interesado en trolear a su audiencia liberal, ni tampoco en tratarla condescendientemente. Suena como un hilo difícil de enhebrar para un filme dirigido a un público tan reducido que abre con un larga, larga escena con su protagonista en el escenario para un conversatorio público con Adam Gopnik de The New Yorker, que no necesita presentación. 

Pero el primer filme en dieciseis años del maestro de Little Children -y el único guion original que ha dirigido- no es precisamente la sátira ultra mordaz que imaginarías si alguien te dice dónde es que ocurre su escena final. Por el contrario, Field ha regresado con un estudio de personaje despiadado, aunque al mismo tiempo sincero, que ha embadurnado en un millón de sombras de gris. Tár cuenta la historia de una mujer vanguardista cuya aspiración por personificar la grandeza del pasado la hace vulnerable a las singularmente modernas trampas del presente. El filme es tan brillante e implosivo como es ella. 

-David Ehrlich, Indiewire

Athena

Dir. Romain Gavras

El nuevo thriller dramático de Romain Gavras es acerca del racismo, la violencia y la injusticia en los suburbios de París -en buena medidad en la tradición de La Haine de Mathieu Kassovitz y Les Misérables de Ladj Ly. Es espectacular e inmersiva, con una secuencia de apertura sensacional. Pero se estanca en su propia monotonía, indignación sin cambio de ritmo, y su trabajo de cámara abierta tipo parkour -pese a lo impresionante que es-, y sufre de un número importante de engañosas banderas falsas, y consignas radicales que se sienten como salidas fáciles. 

Cuenta la historia de tres hermanos de origen argelino que viven en el mismo rudo multifamilia llamado Athena. Idir recién ha sido asesinado por un grupo de policías -o tipos con uniformes de policía- por atreverse a contestarles, una atrocidad capturada en un video que se hace viral. Abdel (Dali Benssalah) es un héroe condecorado del ejército, Moktar (Ouassini Embarek) es un gángster que narcumenudea cocaína y Karim (Sami Slimane) es un chico local ariendo en rabia debido al homicidio racista de su hermano. 

Athena es franco y robusto a su estilo: su secuencia de apertura es conmovedor. Pero no hay demasiada complejidad humana o autenticidad humana en el drama que prosigue. 

★★★ de 5

-Peter Bradshaw, The Guardian

 

No existe el proyecto de vivienda llamado Athena en París. Es un nombre inventado por el director de Athena, Romain Gavras y su cómplice, Ladj Ly, para el multifamiliar suburbano que se convierte en una especie de fortaleza improvisada para el épico duelo entre residentes, -primeras y segundas generaciones de inmigrantes negros y asiáticos cansadas de de ser maltratadas- y la policía nacional francesa. Nombrarla así le confiere a lo que se desenvuelve una resonancia clásica, una que vincula este impactante tercer filme de Gavras a la tradición de la tragedia griega, pese a que la situación difícilmente podría ser apropiada para estos tiempos. 

Es una cosa escalofriante de ver, apoderándose de las explosivas tensiones vistas en Francia y alrededor del mundo y no sólo encendiendo esa mecha, sino dándole seguimiento al conflicto hasta sus radicales consecuencias: “¿Guerra Civil en Francia?”, pregunta un encabezado noticioso de la televisión, mostrando imágenes de sublevaciones similares en otras ciudades del país. “¿Por qué no dejar que se incendie?”, pregunta Karim mientras la policía roedea las torres residenciales, convirtiendo Athena un Alamo contemporáneo. La respuesta, contenida en los últimos minutos del filme, es tanto increíblemente inquietante como imposible de ignorar. Si “¡Recuerden Athena!” se llegara a convertir en un grito de guerra, significaría algo mucho más complejo de lo que el filme sugiere en un primer momento. 

-Peter Debruge, Variety

Bones and All

Dir. Luca Guadagnino

Si alguien tenía que hacer que funcionara una historia de paso a la adultez de caníbales, era Luca Guadagnino. El director italiano siempre ha querido oscilar entre el género y el drama y de regreso y, en su tercera colaboración con el guionista David Kajganich (después de A Bigger Splash y Suspiria), consigue sacar adelante el espinoso reto de ensuciar la tierna historia de una joven chica buscando el amor y una guía en la vida con sangre, piel, cartílagos y vísceras tan frescan que practicamente podemos saborearlas.  

Es verdad que la directora francesa ganadora de la Palma de Oro, Julie Ducournau hizo algo similar con su debut del 2016, Raw. Pero el séptimo largometraje de Guadagnino difícilmente le recordará eso a los espectadores, o cualquier otro drama híbrido de horror que se nos haya entregado desde Let the Right One In. Juntando el talento naciente de Taylor Russell y la estrella nacida de Timothee Chalamet en los roles de dos desadaptados vagando sin rumbo a lo largo del Medioeste norteamericano intentando encontrar el sentido sobre quienes son mientras delicadamente se enamoran, Bones and All es esencialmente una road movie romántica al estilo western; un Bonnie and Clyde teñido del horror o Badlands en el que las fronteras tienen que ver tanto con lo ético y emotivo como  tienen que ver con montes morados en el horizonte.

Maren y Lee son dos personas muy dañadas tratando navegar a través de la amistad y el amor paralelamente a las demandas de sus extraños apetitos. Al final, amar y comer, desear y devorar convergen en modos que son tanto desagradables como fascinantes, estimulantes al pensamiento y extrañamente conmovedores. 

-Lee Marshall, Screen Daily

 

“Tomen, coman, este es mi cuerpo”, le dijo Jesús a sus discípulos en la Última Cena, una línea que recordé mientras leía el libro de Piers Paul Read acerca de los sobrevivientes del accidente aéreo en los Andes peruanos, en 1972, y que volví a recordar viendo el nuevo filme de Luca Guadagnigno, adaptado por el guionista David Kajganich del bestseller para jóvenes adultos de Camille DeAngelis -si bien aquí no hay precisamente el mismo milagro de transformación. Bones and All es una aventura emo de horror macabro repulsiva, un relato de amor joven y prohibido, y una parábola de aquel terrible secreto pensado, terrorífico pero al mismo tiempo eufórico, que entra en la cabeza de todos durante la adolescencia: Yo soy diferente. 

Nos encontramos en la parte final de la era Reagan en los ochenta, una época sin el control de vigilancia y la tecnología DNA que, en nuestros días, le habrían mordido algo a la verosimilitud de la trama. Taylor Russell interpreta a maren, una chica tímida e inteligente que recién se incorporó a una nueva escuela, que vive al filo de la pobreza con su agobiado padre (André Holland). Uno de sus nuevos amigos la invita a dormir a su casa, donde el ambiente de húmeda, afeminada intimidad excitan a Maren en modos que sus nuevos amigos no podrían haber anticipado: ella le arranca el dedo a mordidas a alguien y se lo come. 

La compulsión por comer carne humana retratada en Bones and All es muy diferente del canibalismo de Hannibal Lecter, que es mucho más cínico y parlanchín. No es simplemente una metáfora para adultos jóvenes sobre la rebelión y marginación y disenso en políticas identitarias, maliciosamente diseñada para una audiencia joven que probablemente ha adoptado el veganismo. También habla de la pobreza y el sinhogarismo, la crueldad de la supervivencia y la vergüenza secreta de ese tipo especial de hambre que se queda contigo incluso cuando has sobrevivido. Bones and All es un filme extravagante e inaudito: aterrador, repugnante y desconcertante en su retorcido idealismo romántico.

★★★★ de 5

-Peter Bradshaw, The Guardian

 
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