Venecia 2022. 'The Whale' de Darren Aronofsky; L'Immensità de Emanuel Crialese; 'The Banshees of Inisherin' de Martin McDonagh - ENFILME.COM
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Venecia 2022. 'The Whale' de Darren Aronofsky; L'Immensità de Emanuel Crialese; 'The Banshees of Inisherin' de Martin McDonagh
Publicado el 05 - Sep - 2022
 
 
Un deprimido profesor con obesidad mórbida con Brendan Fraser; Penélope Cruz en el drama de una familia muy disfuncional que aborda el tema de la transexualidad; y Martin McDonagh reúne nuevamente a Colin Farrell y Brendan Gleeson. - ENFILME.COM
 
 
 

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Un deprimido profesor con obesidad mórbida en The Whale, de Darren Aronofsky, con el emotivo regreso en forma -valga la expresión- de Brendan Fraser; Penélope Cruz protagoniza el drama de una familia muy disfuncional que aborda el tema de la transexualidad en L'Immensità de Emanuel Crialese; y Martin McDonagh reúne nuevamente a Colin Farrell y Brendan Gleeson en The Banshees of Inisherin, como lo hizo en In Bruges, como dos cercanos amigos en una isla ficticia irlandesa para demostrar, con intenso humor negro (incluso macabro) que el rompimiento de una amistad masculina puede detonar una pequeña guerra civil. Así han sido reseñados estos filmes por parte de la crítica internacional. Algunos fragmentos...

 

The Whale

Dir. Darren Aronofsky

La insípida, exagerada y teatral película de Darren Aronofsky, adaptada por samuel D Hunter de su propia obra del 2012, es la más grande y sorpresiva decepción del festival: la escritura es tonta, la narrativa es artificiosa y poco convincente y todo el filme posee un extraño lenguaje corporal pasivo agresivo, como si estuviera tomando su doloroso tema en cuestión con guantes de niño y nos pidiera hacer lo mismo a nosotros. 

Brendan Fraser es Charlie, un profesor de inglés a cargo de un curso en línea, através de Zoom. Le dice a su grupo que la cámara de su laptop no funciona, y es la razón por la que el cuadro en la pantalla donde se supone tendría que aparecer su rostro está en negro. Pero en realidad pasa que él no quiere que ellos vean su apariencia: Charlie está mórbidamente obeso, es una gigantesca bola de carne tipo Jabba the Hutt, que apenas es capaz de levantarse de su sillón con la compostura para ir caminando al baño, que se atasca de pizzas y pollo frito y con una reserva significativa de barras de chocolate formads en su escritorio. La primera vez que vemos a Charlie se está masturbando con porno gay, en cuyo clímax le da un ataque al corazón que casi lo mata. 

Pero The Whale no se supone que sea una comedia negra irónica y Charlie no se supone que sea codicioso, o flojo o egoísta (aunque estos poco compasivos temas de conversación no son realmente ventilados). Está deprimido desde la muerte de su pareja, un antiguo alumno de una clase en la nocturna para adultos por quien dejó a su esposa e hija pequeña; una deserción de la que aún siente culpa. 

Fraser le brinda una genuina dulzura y franqueza al rol de Charlie, y su interpretación es buena, si bien por supuesto es opacada por el llamativo látex y los efectos especiales, puestos para suscitar una mezcla de horror y compasión y además de amor en la temporada de premios…

Fraser hace un trabajo honesto, y Hong Chau aporta una ferocidad y nervio bienvenido para el drama, pero este sacaroso filme tiene muy poca potencia. 

★★ de 5

-Peter Bradshaw, The Guardian

 

El regreso de Brendan Fraser -no es que en realidad se haya ido antes- ha sido un recordatorio de cuánto afecto tantos de nosotros sentimos por él en los noventa, cuando tuvo su momento en películas como School Ties, Encino Man, Gods and  Monsters y The Mummy. Aunque, seamos honestos: este no es el regreso de John Travolta y Mickey Rourke. Fraser fue siempre, en el mejor sentido, un actor de peso ligero: los ojos azul claro, su atractivo sexual de afiche, su cálida inocencia aniñada. El hecho de que, a los 53 añsos, ya no es tan bello como fue forma parte de su Brendacimiento. Fraser no puede ya seducir la pantalla como un galanazo; debe hacerlo en otras formas. Y en The Whale, dirigida por Darren Aronofsky (quien pastoreó el regreso de Rourke con The Wrestler), Fraser muestra ser un mejor actor -más astuto, sutil, más cautivador- de lo que ha sido hasta ahora. 

Pese a que The Whale contiene un fascinante personaje al centro, termina siendo en idéntica medida tanto sincera como boba. La película nos va llevando, enganchando a la audiencia gracias a la conmovedora e intensa interpretación de Fraser, sin embargo mientras más avanza, más se va entrelazando el drama con irritantes artificios, como todo la cuestión de por qué este padre y su hija siempre estuvieron tan separados uno del otro. Nos es dado a saber que después de que Charlie y la madre de Ellie, Mary (Samantha Morton), se divorciaron, Mary obtuvo la custodia completa y Charlie decidió cortar su relación con Ellie. Pero nunca dejaron de vivir en el mismo pueblito, e incluso los padre solteros a quienes no se les otorga la custodia tienen el derecho legal para ver a sus hijos. Charlie, nos enteramos, moría por tener hijos; vivió con Ellie y su madre hasta que la niña tuvo ocho años. ¿Cómo es que, simplemente, la dejó ir?

La mayor parte de The Whale simplemente no es tan buena como la actuación de Brendan Fraser. Por lo que él entrega, empero, merce ser vista. 

-Owen Gleiberman, Variety

L'Immensità

Dir. Emanuel Crialese

Un tierno, intensamente personal retrato de una familia disfuncional en la Roma de los setenta, L’Immensita del director italiano Emanuel Crialese cubre mucha distancia, de hecho. Internacionalmente, el filme está destinado a provocar atención gracias a la desgarradora interpretación de Penélope Cruz como Clara, una infeliz mujer casada, madre de tres lidiando con problemas de salud mental. (Cruz de pronto parece estar en todas partes a la vez, apareciendo no solo en competencia por el León de Oro en Venecia, sino también en el cine Lido como actriz en On the Fringe, un largometraje fuera de competencia.)

Y más cerca de casa, el filme seguramente generará prensa alrededor del hecho de que Crialese recién salió del clóset públicamente como un hombre trans durante la conferencia de prensa de la película… (En una entrevista previa para Variety) explicó que su propia experiencia de disforía fue la fuente de inspiración paa el personaje trans de Andrea/Adria en el corazón de la historia de L’Immensita, personificado por Luana Giuliani, quien fuera de la pantalla no se identifica como hombre. 

Pero es notable que Crialese hilvane la historia de género de Andrea dentro de una narrativa más amplia, con muchas subtramas, incluyendo el turbulento matrimonio de la madre de Clara, una historia que hace eco a la infeliz familia en el largometraje que consolidó la carrera de Crialese, Respiro, del 2002. Como ocurrió con el personaje de Valeria Golino en aquel filme, Clara aquí padece cambios drástico de humor y momentos de jovial impredictibilidad que son vistos como problemáticos por la familia convencional que la rodea, especialmente su esposo Felice (Vincenzo Amato). Él resulta ser un sinvergüenza -ausente, infiel, y tan intolerante a la espontaneidad de su esposa y de su parte jueguetona reprimida como lo es ante la insistencia de Andrea de considerarse un niño y no una niña, la tendencia de su hija más pequeña, Diana (Maria Chiara Goretti) de jugar con su comida en vez de comérsela,  y del comportamiento bulímico del chico de en medio, Gino (Patrizio Francioni), que además tiene el perturbador hábito de cagar dentro de un clóset. 

Penélope Cruz mantiene el filme unido como una fuerza gravitatoria e irradia una auténtica química, maravillosa, con todos los chicos que actúan como sus hijos aquí, especialmente Giuliani. Con su feroz, poco femenino corte de pelo y mirada firme, el joven actor ofrece una presencia imponente a lo largo del filme, vacilando únicamente cuando es compelido a aparecer kitsch en el número musical de cierre. Es entonces cuando nos percatamos compasivamente que ella, después de todo, sigue siendo una niña. 

-Leslie Felperin, The Hollywood Reporter

 

El filme de Emanuel Crialese es el drama de una familia disfuncional y de infelicidad multigeneracional: una historia de reservada desesperación y secreta añoranza en los corazones tanto de los adolescentes como de quienes están en la edad mediana. Hollywood habría ubicado algo así en los suburbios. Crialese lo coloca justo en el centro de la Roma próspera y atrevida de 1970.

L'Immensità y sus personajes se encuentran buscando algo: alguna liberación, alguna epifanía de consuelo, alguna inmensa revelación personal. Y los gestos que nos va entregando el filme mientras se desenvuelve son intrigantes, especialmente las  gloriosas secuencias de fantasía escapista en coreografía pop que se encuentran en un nivel más alto de inspiración que cualquier otra cosa que encontramos por aquí. No creo que L’Immensità abarque del todo aquello a lo que aspira, y no estoys seguro de que Penélope Cruz sea dirigida como para alcanzar sus mayores, aunque por supuesto es muy buena como de costumbre. Pero Crialese tiene fervor y estilo y esos mundos fantasiosos pueden incluso tener un toque del milagroso Milán de De Sica.

★★★ de 5 

-Peter Bradsahw, The Guardian

 

The Banshees of Inisherin

Dir. Martin McDonagh

El nuevo filme de Martin McDonagh es una comedia negra macabra sobre el tóxico orgullo masculino y los sentimientos heridos de los hombres, un chiste cruel de desdicha y una danza de muerte entre la agresión y autolesión, situada en una isla imaginaria llamada Inisherin, cerca de la costa irlandesa. Ocurre en 1923 durante la guerra civil; la simbólica acrimonia adicional nos es ofrecida en un esquema de tómalo o déjalo. 

Como sucede en la mayoría de las obras de McDonagh, el centelleo del hacha insepulta es muy visible en las tinieblas, y el escenario es una ironizada y estilizada Irlanda rural no tan lejana a John Millington Synge. La mutilación es un tema familiar. Hay muchas risas genuinas en esta película, pero cada una de ellas parece ensamblarse en un gemido de dolor. 

McDonagh reune a Colin Farrell y Brendan Gleeson, las coestrellas de su filme In Bruges del 2008 acerca de dos asesinos a sueldo atrapados en esa exquisita ciudad europea. Farrell interpreta a Padraic, un lechero que vivecon su hermana soltera, Siobhan (Kerry Condon) en una cabaña modesta, con sus vacas y su adorado burro. 

Como estudio de la soledad masculina y el orgullo tragado este filme es extrañamente cautivador y constantemente muy chistoso. 

★★★★ de 5

-Peter Bradshaw, The Guardian

Todos los mediodías -desde que todo mundo en la minúscula, fiticia isla irlandesa de Inisherin puede recordarlo- dos amigos se han sentado juntos en el único pub del pueblo para tomarse unas cuantas pints de Guinness. Este ritual compartido quizá sea lo único que estos hombres tienen en común. 

Pádraic Súilleabháin (Colin Farrell), el más joven de los dos, es un tipo dulce y simple que no le pide mucho a la vida, y le da exactamente lo mismo de regreso. Si muere a cinco yardas de donde nació, para él eso estará muy bien. Colm Doherty (Brendan Gleeson) está cortado con una tela más intensa. Violinista amateur pero obsesivo en sus sesenta y convencido de que le quedan doce años de vida, Colm es proclive al resentimiento sobre lo pequeña que es su existencia. 

Un día idílico de 1923, mientras los pájaros locales trinan lo suficientemente fuerte como para que la gente de Inisherin ignore las bombas explotando del otro lado del agua, un mundo aparte, Colm intempestivamente anuncia que no será más amigo de Pádraic. “Tú no hiciste nada”, insiste el hombre más viejo con la actitud calmada de un doctor ofreciendo un diagnosis y su tratamiento en el mismo suspiro. “Simplemente ya no te quiero”. 

Así que ni seis minutos han pasado de la deliciosamente mordaz The Banshees of Inisherin de Martin McDonagh y las semillas de una nueva animadversión han sido sembradas -no tanto una metáfora sobre la Guerra Civil Irlandesa como un absurdo especie de microcosmos de ella. El resultado es (por mucho) el mejor filme del guionista y director desde su similarmente encantador In Bruges, que además encuentra a los mismos actores intercambiando golpes sublimes de desesperanza existencial con toda la magullada gracia de una pelea de pesos completos. Es una agitada tragicomedia en la que el comprensivo pero inquebrantalble deseo de libertad enciende una serie de represalias que van escalando y solo pueden terminar en un callejón sin salida o en la autoinmolación. O ambas. O peor. Desenvolviéndose como la jubilosamente sadística imagen en el espejo de la escena en Good Will Hunting cuando Ben Affleck le dice a Matt Damon acerca de la mejor parte de su día -un amigo animando al otro a que dejen atrás su vida sin rumbo-, The Banshees of Inisherin observa cómo la decisión de Colm se dejan sentir a lo largo del tipo pequeño de comunidad donde los conflictos tienden a ser tragados como la comunión, y la crueldad solo se ejercita a puerta cerrada. Y no por ello se puede decir que la gente de Inisherin se encuentra confundida por el rompimiento. No hay una sola alma en el pueblo que no haya sido llevada a las lágrimas por los sermones de Pádraic sobre el contenido de la mierda de su pony, o quien se encuentra en desacuerdo con las valoraciones de Colm sobre el hecho de que el hombre es un absoluto aburrimiento. 

No se trata de un filme que aspira a provocar carcajadas -McDonagh parece más interesado en ponernos en un particular estado mental, incluso cuando para hacerlo se necesitan tiempos y espacios muertos – pero su marejada constante de humor permite que la preguntas más acuciantes de la historia tengan apropiadamente un contexto ridículo, uno que habla de lo absurdo de la existencia. ¿Qué es lo que le debemos de nuestra vida a la demás gente, y cómo es que podemos servirnos a nosotros mismos sin lastimar a los demás en el proceso? Las respuestas a este tipo de cosas son difíciles de responder en este mundo, mucho menos en la pequeña isla de Inisherin, pero el filme se las plantea de modos tan conmovedor y melancólico que incluso el silencio de Dios es dotado de su propio estremecedor peso. 

-David Ehrlich, Indiewire 

 
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