‘Vi el labio reventado y mechones de cabello en el piso’: amiga de Amber Heard - ENFILME.COM
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‘Vi el labio reventado y mechones de cabello en el piso’: amiga de Amber Heard
Publicado el 08 - Jun - 2016
 
 
Decimos que la violencia doméstica es mala, la condenamos. Pero como cultura, creamos un suelo fértil para que crezca. - ENFILME.COM
 
 
 

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La artista, escritora, activista y amiga de Amber Heard, iO Tillet Wright, publicó en Refinery29 una carta abierta llamada “Porqué llamé al 911”. Aunque en el escrito no pone nombres, parece defender a Heard de las acusaciones del lado de Johnny Depp en las que se dice que está inventando que fue golpeada para llegar a un acuerdo monetario después del divorcio. 

En los alegatos que presentó a la Corte de Los Ángeles, Heard cuenta que Wright llamó al 911 el 21 de mayo, cuando la escuchó pedir ayuda por teléfono, durante un altercado violento con Depp.

Esta es la carta completa:

Llamé al 911 porque ella nunca lo hubiera hecho. Porque cada vez que sucedía, su primer pensamiento era protegerlo. Porque cada vez que sucedía, el dulce y amoroso hombre por el que todos nos preocupamos tanto regresaba con disculpas, profuso, jurando nunca volverlo a hacer. Todos lo amábamos, pero especialmente ella, y ella quería creer que el comportamiento no iba a durar.

Los reportes de violencia comenzaron con una patada en un avión privado, luego fueron empujones y el golpe ocasional, hasta que finalmente, en diciembre, describió un asalto total, y despertó con su almohada cubierta en sangre. Lo sé porque fui a su casa. Vi su almohada con mis propios ojos. Vi el labio reventado y mechones de cabello en el piso. Tomé el teléfono y llamé inmediatamente después de que había sucedido, ella gritando y llorando, una mujer estoica reducida a sollozos.

Entendí su corazón partido. Él también había sido mi amigo, una persona que quería mucho. Una persona a la que alguna vez lo había llamado hermano. Una persona con la que me había reído de lo absurdo de los medios y de sus alegatos picantes sobre mi papel en la familia. Una persona que fue a rescatarme en la hora más oscura, a quien le había dado el crédito de salvar mi propia vida, con quien viví durante un año por invitación suya mientras sanaba y trabajaba. Lo conocía como gentil y suave, con un temperamento y un lado oscuro, pero un corazón de oro. Tampoco quería creerlo, hasta que vi la destrucción.

Cuando llamas a alguien tu hermano, también te comprometes a señalar cuando estén haciendo algo mal. Y ella, temblando y llorando, describió a este hombre de 85 kilos arrojarse con el peso de todo su cuerpo dándole un cabezazo a su esposa de 55 kilos en la cara en un ataque de ira, entendí que una línea imperdonable de mi corazón había sido cruzada 

Atestigüé de primera mano el absolutamente desconcertante pretzel mental en el que una persona que ha sido abusada se mete, tratando de balancear el deseo de proteger a su agresor, sabiendo que su cara hinchada es inaceptable. Escuché mientras ella daba vueltas sobre cosas que podría haber hecho para provocarlo, o cómo pudo haberlo hecho enojar para que llegara a esto.

Me senté y escuché, con mi propio corazón doliendo porque me importaba mucho el hombre tierno y genero dentro de toda esta ira, y aún así… en el fondo de esta inequívoca línea estaba que nada de lo que ella pudo haber dicho o hecho merecía lo que ella describía como él arrastrándola por las escaleras de los pelos, golpeándola detrás de la cabeza, ahorcándola hasta que casi se desmayaba, y golpeando su frente contra su nariz hasta que casi la rompe.  

Decimos que la violencia doméstica es mala, la condenamos. Pero como cultura, creamos un suelo fértil para que crezca. El ciclo de abuso es perpetuado por cada persona que afirma que es más probable que la víctima se golpee a sí misma más que aceptar la evidencia real de violencia que está frente a ellos. La cultura de culpar a la víctima es lo que protege a la habilidad del abusador de salirse con la suya con este tipo de comportamiento.

Ahora mismo, cada mujer maltratada en el mundo está viendo este círculo mediático, internalizando el mensaje de que cuando salgan a pedir ayuda, cuando rompan el ciclo, serán llamadas buscadoras de oro, tramposas, y serán acusadas de haberlo fingido todo por atención.

Estoy viendo a cada periodista, a cada editor, a cada persona que pone un comentario en un artículo apuntando con un dedo ignorante. Ustedes son la muchedumbre del linchamiento. Son un coro ensordecido. Su búsqueda de una explicación de porqué él la habrá golpeado envía un claro mensaje de que PUEDE haber una razón por la que alguien golpee a su esposa.

No importa lo que se haya dicho entre los dos amantes. No importa si el romance terminó. Porque nada justifica esa reacción. Ninguna persona, nunca, debería sufrir violencia de las manos de la persona que ama.

Vi a una mujer con el espíritu roto salir en televisión nacional la noche siguiente, cubierta en maquillaje, sonriendo con un labio sangriento, que casi salta de su asiento cuando alguien casualmente puso una mano en su hombre porque no sabía que venía.

Es por eso que, cuando volvió a ocurrir, cuando estaba al teléfono con los dos y escuché que se caía, cuando lo escuché decir, “¿qué si te jalé el pelo?” y el grito de ella pidiendo mi ayuda, volví a preguntarme como tantas veces antes si debería de romper el código del silencio que rodea a las celebridades e invitar a la policía a la situación, y en un segundo decidí que sí, lo iba a hacer. Porque me di cuenta de que mientras protegiera al abusador de las consecuencias, estaba permitiendo el abuso y no podía seguir siendo parte de eso. Tenía que estar del lado de mi amiga, y por lo que creía en mis entrañas que es el código de conducta bajo el cual los seres humanos deben tratarse los unos a los otros. 

Si lo amamos o no, no tiene nada que ver con esto. Cuando hay violencia, “el amor” ya no es parte de la ecuación.

 
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