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Video. 1931: ‘Dracula’, ‘Frankenstein’ y el inicio de los monstruos clásicos de la Universal
Publicado el 03 - Sep - 2018
 
 
Universal forjó su identidad como un estudio en torno a las películas de terror a principios de los años treinta, en gran parte gracias a los esfuerzos de Carl Laemmle Jr., hijo del temible fundador del estudio.
 
 
 

En la década de 1930, el sonido revolucionó el cine en todos los ámbitos y tuvo un gran impacto en el género de terror, y no solo en forma de diálogo. Los efectos de sonido agregaron una dimensión extra al terror, desde el crujido de las puertas hasta los ecos de los truenos sobre un castillo. Las pistas de música creaban suspenso o señalaban la presencia de una amenaza. A medida que la narración en pantalla se fue alejando del simbolismo hacia el realismo, los espectros oníricos del cine mudo fueron reemplazados por monstruos que gruñían y aullaban.

Las películas de terror de esta época tendían a ser cuentos de hadas exóticos, invariablemente ambientados en tierras lejanas pobladas por personajes en trajes de época que hablaban con extraños acentos. Los productores continuaron con la práctica de mirar hacia atrás en busca de inspiración, recurriendo a los clásicos literarios del siglo XIX para su material original. Estos elementos fantásticos y sobrenaturales también ofrecían un escapismo muy necesario para audiencias cansadas de su realidad de la Gran Depresión: las películas de terror, a pesar de algunos costosos efectos especiales, generaban serias monedas en la taquilla.

Universal forjó su identidad como un estudio en torno a las películas de terror a principios de los años treinta, en gran parte gracias a los esfuerzos de Carl Laemmle Jr., hijo del temible fundador del estudio. "Junior", como era conocido, recibió el puesto de jefe de producción en 1928 a la tierna edad de 21 años. Nunca sería un buscavidas visionario a la par de su padre y, de hecho, muchos de sus compañeros de trabajo lo despreciaron. Sin embargo, demostró un cierto don para elegir propiedad intelectual y asignar talento a las producciones. Gastó mucho dinero en las cosas correctas (el ciclo de terror), pero, desafortunadamente, sus instintos eran inconsistentes. Para 1936, había arruinado el estudio al financiar una serie de fracasos tremendamente caros.

Junior estaba en racha en 1930-31, sin embargo, cuando armó dos adaptaciones góticas de terror, Dracula (lanzado en el día de San Valentín de 1931) y Frankenstein (estrenado en Acción de Gracias) que llegaron a definir el género de terror naciente. Contrató al experimentado director Tod Browning para Dracula. Browning había estado haciendo cuentos espeluznantes y espeluznantes novelas de suspense desde finales de la década de 1910. Junior también aprobó el casting de dos actores menos conocidos en los papeles principales: Bela Lugosi y Boris Karloff, quienes interpretaron a los villanos de Drácula y Frankenstein respectivamente en la pantalla. Sus personificaciones de estos personajes siguen siendo sinónimos del horror de los años treinta.

EF

Fuente: One Hundred Years of Cinema

 
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