Si la primera vez que viste Kiki: Entregas a domicilio (Majo no takkyûbin, 1989), de Hayao Miyazaki, en tu infancia, tu impresión de la película, en la actualidad, probablemente esté teñida de nostalgia. Es una historia vibrante e imaginativa sobre una bruja novata de 13 años llamada Kiki, pero la historia está lejos de ser una fantasía puramente escapista; de hecho, la lucha de Kiki por ganarse la vida mientras perfecciona sus talentos mágicos se siente como una sorprendente metáfora para las vidas de los jóvenes que siguen carreras creativas hoy en día.
Kiki's Delivery Service: The Millennial Starving Artist, un video elaborado por el equipo de ScreenPrism, nos muestra exactamente cómo el filme ofrece una visión empática y extrañamente profética sobre la experiencia del llamado “artista millennial que muere de hambre”. Kiki, una joven bruja empuñando un palo de escoba intentando hacerlo sola en la Gran ciudad, es un personaje claramente fantástico, sin embargo, las circunstancias de su vida son excepcionalmente fundadas. En lugar de ser un genio natural de la magia, ella lucha visiblemente con el vuelo y constantemente duda de sí misma por no poseer ningún otro talento especializado. Algo inusual para una película infantil con elementos sobrenaturales, lo que está en juego en la historia de Kiki no se basa en la ampulosidad, en la necesidad de salvar al mundo y en las claras distinciones entre bueno y malo de, digamos, la franquicia de Harry Potter, sino de Kiki. El arco gira en torno a un esfuerzo más sólido (y totalmente humano) para superar las inseguridades propias y convertirse en un adulto.
En la ficción, la capacidad de volar a menudo se equipara con libertad absoluta, independencia y auto posesión, pero en el caso de Kiki, como con la mayoría de las personas que poseen habilidades en campos creativos como la poesía, la música o las artes visuales, ese “poder” solo es incapaz de sustentar por completo la propia vida. Simplemente ser capaz de hacer algo bello o milagroso no es suficiente. Kiki, muy consciente de la incertidumbre de su estilo de vida, tiene la idea de rentabilizar sus habilidades de vuelo y fundar el servicio de entrega.
Sin embargo, fusionar una pasión personal en un trabajo de tiempo completo resulta ser increíblemente estresante, especialmente a medida que más personas comienzan a dar por hecho su trabajo. “Volar solía ser divertido hasta que comencé a hacerlo para vivir”, dice Kiki con tristeza. El agotamiento resultante hace que Kiki pierda su conexión con Gigi, el gato negro que le sirve como su familiar mágico, así como su capacidad para volar por completo. Es un nivel de fatiga que suena fiel a cualquiera que haya sentido la presión de entregarse completamente para seguir el lema “haz lo que amas”.
Kiki finalmente recupera sus poderes, gracias al consejo tranquilizador de su amiga artista Ursula y la espontánea “motivación” de ver a su amigo Tombo varado en una aeronave rota. Verlo en peligro la lleva a la acción, le hace recordar que volar es más que una simple forma de ganar dinero, y el atrevido rescate lleva a Kiki a recuperar su confianza también. Si bien la mayoría de los artistas aspirantes probablemente nunca enfrentarán tanta importancia, la película, sin embargo, nos insta a recordar que perseguir una pasión no convencional no tiene por qué ser una elección inútil o egoísta. Si bien es posible que Miyazaki no haya escrito este trabajo con esta generación en mente, está claro que sus temas de ambición creativa y madurez siguen siendo profundamente resonantes en la actualidad.
Trad. EnFilme
Fuente: Film School Rejects