En Dancer in the Dark (2000), de Lars von Trier, una imagen curiosa nos presenta la situación familiar de sentarnos en la oscuridad del cine con los ojos orientados hacia la pantalla. Kathy (Catherine Deneuve) y Selma (Björk) están viendo uno de los musicales de Hollywood de la edad de oro. La escena tiene lugar en un momento en el que la visión ya miope de Selma ha comenzado a deteriorarse rápidamente; ella ahora está casi ciega. Kathy, para compensar la incapacidad de Selma para ver el musical, le permite sentirlo representando el número de baile de Busby Berkeley con las yemas de sus dedos en la palma de Selma. Selma está experimentando el musical como allí, en la pantalla, y aquí, en la palma de su mano. Así, la escena pone de relieve, de manera bastante literal, las cuestiones del háptico y el papel del cuerpo en el espectador cinematográfico. Nos recuerda que no vemos películas con solo los ojos, sino que el cine requiere un cuerpo. La imagen ofrece una instantánea que permite ver en un solo cuadro por qué Dancer in the Dark nos ofrece una revisión crítica del musical. Se puede ver que marca un punto teórico de intersección entre el concepto de “visión háptica” de Laura Marks y la afirmación de Richard Dyer, de su ensayo de 1977, Entretenimiento y utopía, de que los musicales nos muestran “cómo se sentiría la utopía”. El hecho que es un musical visto por Selma y Kathy, y que Dancer in the Dark es su propio tipo de musical, plantea la posibilidad de pensar sobre musicales, en algunas circunstancias, en términos del háptico y de los sentimientos físicos y emocionales, moviéndose lejos de las lecturas tradicionales que típicamente han teorizado en términos de espectáculo visual.
Aquí puedes ver un videoensayo titulado Dancer in the Dark How Von Trier Deconstructs a Musical:
Y para complementar, un detrás de cámaras de Dancer in the Dark:
EF
Fuentes: Cod Gaming FR