Video. ¿Cómo se integra ‘The Nun’ a la línea del tiempo del universo de ‘The Conjuring’?
Lee aquí nuestra minicrítica de 'La monja'
La monja (The Nun, 2018), de Corin Hardy, se instaura en la tradición del cine terror que cree que la forma más efectiva de frenar las fuerzas demoníacas es mediante las oraciones y la invocación de otro poder sobrenatural asociado al bien. La quinta película del universo de El conjuro (The Conjuring) aprovecha esa lucha eterna entre el bien y el mal para desplegar una serie de efectos prácticos, pero sumamente efectivos.
Principalmente ambientada en 1952 en una abadía rumana poblada por monjas, el Padre Burke (Demián Bichir) y la hermana Irene (Taissa Farmiga) viajan a los confines inmediatamente espeluznantes para investigar un reciente suicidio por ahorcamiento llevado a cabo por una de las monjas. Burke es alguien que se especializa vacilantemente en descubrir milagros -él sigue obsesionado por un exorcismo que salió mal varios años atrás- y la hermana Irene es alguien que tiene premoniciones sobre la Virgen María. Juntos deciden resolver el misterio, pero en el trayecto deben lidiar con sus propios demonios -figurativos y literales-.
El hábito de una monja es intrínsecamente misterioso, y cuantas más sombras se proyectan sobre el rostro de una de ellas, más curiosidad y terror despiertan. Hardy reitera esta observación; una gran cantidad de los momentos inquietantes de la película surge como resultado de que Burke o Irene intentan llamar la atención de alguien (o algo) vestido con el atuendo de monja que pasa junto a ellos o reza enfrente de ellos. El efecto funciona, y cuando nos dicen que la espeluznante entidad ha tomado el aspecto de una monja (posiblemente para mezclarse en silencio con los otros residentes de la abadía), nos damos cuenta de que el hábito es un signo ecuménico de alguien que no quiere ser molestado.
Para tener una idea de cómo se realizó la producción, revisa este extenso video de escenas detrás de cámara.
Trad. EnFilme
Fuente: No Film School