En un momento dado, el reverenciado director Francois Truffaut llamó a Werner Herzog “el director de cine más importante que continúa con vida”. Más allá de los debates en torno a la declaración del autor francés, debe admitirse que Herzog es ciertamente uno de los más prolíficos e interesantes realizadores que continúan trabajando hoy en día. Herzog no tiene miedo de la subjetividad, en ficciones o documentales, y no tiene miedo de mirar directamente a los sujetos y tipos de personajes. Herzog está acostumbrado a los entornos hostiles que emplea como espacios de rodaje, disfruta de las atmósferas salvajes; él es, a falta de una mejor palabra, intrépido, y eso se traduce en cada carrete que ha filmado.
Uno de sus mayores activos como director destacado es su personaje. A diferencia de muchos de sus compañeros, cuyas personalidades en la vida cotidiana no son nada especial fuera de un set, es divertido imaginar cualquiera de las cientos de situaciones en las que la voz y la personalidad de Herzog serían entretenidas. Entonces, ¿qué tiene de especial? Podría ser que, al igual que Chaplin o Hitchcock, se ha fusionado con el tono único de sus películas y se ha convertido en uno con el cine que crea así como lo explora Matt Novak en su videoensayo The Enigma of Werner Herzog para Fandor.
Trad. EnFilme
Fuentes: Fandor, Film School Rejects