Muchos compositores cinematográficos tienen un estilo que es fácil de reconocer: Jonny Greenwood es conocido por las cuerdas disidentes, la percusión errática y los ritmos inquietos, mientras que Trent Reznor es conocido por ser minimalista, frío y distante. Hans Zimmer, por el contrario, puede ser uno de los compositores más conocidos y prolíficos del mundo (incluso actuó en el Festival de Música de Coachella 2017), pero su estilo puede ser bastante difícil de precisar. Claro, él tiene su parte justa de marcas personales, por ejemplo, el sonido del tic-tac sirve como un motivo aural en películas como The Thin Red Line, Interstellar y Dunkirk. Y su gran percusión aparece en todo, desde Inception y The Dark Knight de Christopher Nolan hasta The Rock de Michael Bay. Pero lo que realmente le gana a Zimmer la corona de autor es su aproximación a la composición. Un compositor más tradicional podría acercarse a una película con la simple intención de mejorar su impacto emocional. Una escena feliz conseguiría música feliz para hacernos sentir felices. Una escena triste incluiría música triste para hacernos sentir tristes. Pero Zimmer no hace esto. Él no está realmente interesado en hacernos sentir algo, sino que está más interesado en abrir un mundo nuevo y permitirnos ingresar a él a través de su música. En lugar de ofrecer pistas emocionales, la música de Zimmer transmite subtexto, cosas que un cineasta no puede comunicar visualmente. Esto nos permite establecer nuestra propia experiencia emocional de la película. Con un cuerpo de trabajo que abarca desde Boss Baby hasta 12 Years a Slave (y todo lo demás), el sonido de Zimmer puede ser difícil de definir. Pero dada su incomparable pasión y atención al detalle, Hans Zimmer seguramente pone su propia marca en cada película que toca.
Trad. EnFilme
Fuente: Fandor