Es fácil dar por hecho lo que sabemos sobre la animación en estos días. Con los nuevos estilos y la mejora de las tecnologías que inundan los cines cada año, uno puede olvidar cuánto esfuerzo realmente entra en hacer una película animada. Quizás ninguna forma de animación se pasa por alto más que el stop-motion, el proceso por el cual los artistas mueven objetos (generalmente títeres), toman fotos de los ajustes y luego reproducen las fotos en una secuencia para crear la ilusión de movimiento. Eso significa que cada parpadeo y contracción de un personaje es el resultado de alguien que ajusta un títere para un sólo cuadro, una y otra vez. La cantidad de trabajo que entra en una sola secuencia de animación stop-motion es alucinante, entonces, ¿por qué hacer todo este esfuerzo? ¿Por qué pasar semanas sólo para generar sesenta segundos de movimiento, cuando una computadora puede hacer eso en una fracción del tiempo? En este video, exploramos las complejidades de detener el movimiento y por qué vale la pena todo el trabajo duro.
Trad. EnFilme
Fuente: Fandor