En múltiples trabajos de ficción, México es dibujado como un lugar de encuentros, como un refugio, o la salvación. La fantasía de la libertad se materializa en las fronteras, a través de las carreteras, los desiertos y las decisiones. Lo que es claro es que en la mayoría de los casos la frontera es cruzada en grupos de dos, en huidas históricas y viajes aventureros.
En el cine, México es representado como un lugar de promesas, como un espacio de liberación, o en donde uno puede comenzar de nuevo. De cualquier manera, los sueños rara vez se materializan y la añoranza por el cambio puede encontrarse muy lejos: su promesa es absorbida por la vastedad del desierto.
En el icónico filme de Ridley Scott Thelma y Louise (1991), México parece un lugar que puede salvar a ambas mujeres de la prisión. En la ruta que las dos mujeres toman através del sur de EEUU, ambas afirman su libertad pero también su identidad como mujeres que viven en un mundo liderado por hombres. Algo muy similar sucede en Perdita Durango (Alex de la Iglesia, 1997), donde un antihéroe de la carretera transforma a la frontera en un lugar sin barreras: libre para la seducción, la violencia y para una vida sin reglas. Un lugar ideal para westerns contemporáneos y emblemáticas películas de carretera.
[Trad. Viera Khovliáguina]
Fuente. Fandor