Más allá de los premios y reconocimientos, no es arriesgado decir que el filme que más llamó la atención, más impactó al público y, además, es por muchos conocedores y amantes del buen cine el mejor que se vio en el mundo durante el 2022, fue EO del veterano polaco Jerzy Skolimowski. La historia de las andanzas de un burro, un evidente guiño amoroso y respetuoso a esa obra maestra que es Au Hasard Baltazhar de uno de los más grandes autores de cine de la historia, el francés Robert Bresson, pero adaptada a un mundo que vive ya en la segunda década del siglo XXI.
La carrera de Skolimowski inició en 1960 con un par de cortometrajes juguetones, con guiños surrealistas, que él mismo etiquetó como “film jokes” (uno que abordaba a Hamlet, eh, Little Hamlet, en un edificio abandonado; otro, Erotique, con una pareja viéndose a través de un espejo embadurnado de harina, que intentan seducirse en una habitación tapizada con periódicos que también adornan el techo e incluso forman pasillos), y se ha extendido durante más de sesenta fructíferos años, en los que ha abordado el tema del deseo acompañado de la ironía y la observación social con elementos satíricos de cuanto ha ocurrido en una cambiante Polonia (aunque también en el Reino Unido), con un estilo muy personal de narrar, de fotografiar y de montar un filme; con un sello personalísimo de hacer cine.
Aprovechando la fuerza que su nombre ha cobrado en el medio del cine durante este último año, Skolimowski fue invitado a los cuarteles de Criterion Collection para que escogiera sus filmes preferidos, y ofreciera una breve explicación de sus elecciones.
Inicia seleccionando el filme de “un amigo, checo”, Jan Nemec, con su filme Diamonds of the Night, de 1964. “Me gusta este filme, muchísimo”, dice el polaco. Después, de “otro amigo mío, desafortunadamente también muerto…”, toma el DVD de Ashes and Diamonds (1958), de su compatriota, Andrzej Wajda (con lo cual el buen Jerzy ya parece minero en vías de ser millonario). “Qué película, qué visionario”, expresa sobre su amigo Andrzej. Y se sigue con otra obra maestra… “Come and See (de Elem Klimov, 1985), no es la traducción apropiada, me parece que debería ser Look and Realize (Miren y dénse cuenta), de lo que acaban de ver, pero el filme es grandioso”. Lo siguiente es, con risita de por medio, La infancia de Iván, del más grande de todos, Andrei Tarkovski, “su primerísimo filme”, dice Jerzy. “Y recuerdo el último plano de este filme, un tracking shot acercándose al árbol, y la cámara se acerca y se acerca y se acerca hasta llenar la pantalla completamente y convertirse en negros. Uno de los mejores finales fílmicos que he visto o, quizá, el mejor”.
Y después se sigue con Fellini, con La Strada y 8 ½ “éste es uno de los filmes que más amo, iluminador, que me abrió los ojos sobre las posibilidades del quehacer cinematográfico. Nos vimos varios veces, porque cuando yo me encontraba filmando uno de los peores filmes que he hecho, pero era en los Estudios Cinecittà, el rol protagónico era interpretado por Claudia Cardinale, y ella recién había terminado de trabajar en 8 ½ y era muy cercana a Federico, y tuvimos un par de almuerzos en la cafetería privada. Desafortunadamente mi inglés era tan pobre que no pude disfrutar del todo el poder hablar con Federico, pero al menos tuve la oportunidad de observar sus gestos, su comportamiento, su alegría…Qué gran hombre fue. Un cineasta fenomenal.”
Y, finalmente, Loves of a Blonde (1965) de Milos Forman, también su amigo, con quien estudió en la escuela, y de quien cuenta una cándida anécdota que inició en aquellos tiempos y tuvo una simpático desenlace cuando Skolimowski presentó su ópera prima: Identification Marks: None (1965).
Trad. EF
Y aquí pueden ver una charla que sostuvo Jerzy Skolimoski en el Lincoln Center de Nueva York (a juzgar por la ropa, debe haber sido el mismo día), al terminar la primera proyección de EO en esa ciudad estadounidense.