La banda sonora se queda en silencio. La propulsiva cacofonía de la escena anterior termina en un grito, y luego no hay nada, un silencio tan total y repentino que puede sentirse en los huesos. Un hombre calvo (Hugh Jackman) se sienta en una burbuja translúcida, una nave espacial biosférica que flota en el espacio exterior hacia Xibalba, una nebulosa dorada y distante que alberga una estrella moribunda. Él medita, hace t'ai chi y atiende al árbol gigante que ha traído consigo, comiendo periódicamente la corteza de su tronco para sostenerlo. “Lo lograrás”, le susurra al árbol con amor, “no te dejaré morir”. Corren casi diez minutos The Fountain (2006), de Darren Aronofsky, y no tenemos idea de dónde estamos.
Resulta que, sin embargo, donde nos encontramos en un momento dado en The Fountain es casi imposible. Es una película que salta entre sus tres líneas temporales, cada una separada por 500 años, para trascenderlas. Al igual que un poema épico o una gran sinfonía, The Fountain construye su mundo a través de una serie de temas, motivos, personajes y símbolos que se repiten, y cada uno de ellos hace eco y se superpone a lo largo de las distintas líneas narrativas de la película.
En su impulso por la trascendencia, un impulso que refleja el propio viaje de su personaje principal, desde la negación oscura hasta la aceptación brillante y con los ojos abiertos, The Fountain ignora gran parte de lo que hemos llegado a esperar de las películas. No nos habla ni nos toma la mano a través de su narrativa laberíntica, sino que nos desafía a simplemente invertir en sus ritmos emocionales y aceptar los lugares a los que nos quiere llevar. Y, aunque Aronofsky insiste en que hay una forma correcta de leer la película: “Es muy parecido a un cubo de Rubik”, dijo a The Washington Post, “donde se puede resolver de varias maneras diferentes, pero en última instancia, solo hay una solución en el fin”: nunca reveló qué es de esa manera, prefiriendo que los espectadores armen su propio significado a partir de sus muchas piezas de rompecabezas.
Trad. EnFilme
Fuente: Must See Films, Bright Wall / Dark Room