Desde La pasión de Juana de Arco (1928) hasta la provocadora Gertrud (1964), el trabajo del maestro danés de austeridad cinematográfica, Carl Theodor Dreyer, desafía a sus espectadores planteando interrogantes sobre la batalla eterna entre el espíritu y la carne, y negándose a proporcionar cualquier respuesta fácil. Y el estilo en el que lo hizo –un realismo rígido y claro mezclado con una profunda espiritualidad– fue una influencia indeleble en muchos otros directores, entre ellos Ingmar Bergman, Andrei Tarkovsky y Lars von Trier. La brillante y devastadora película de Dreyer de 1955, Ordet (La palabra), ofrece una sublime evidencia de esta notable estética. Rodado sobre todo dentro de la casa de una familia de agricultores, un viudo y sus hijos adultos, atravesando todo tipo de crisis de fe, Ordet es simple en cuanto a la forma y complejo en filosofía; su tejido entrelaza lo ordinario y lo milagroso. Uno de los personajes más fascinantes de la película es el segundo hijo de la familia, Johannes, que se ha vuelto loco leyendo a Soren Kierkegaard y se cree a sí mismo como Jesucristo. En una de las secuencias más atractivas del filme, Dreyer y la cámara sutilmente expresiva de Henning Bendtsen gira en torno a Johannes y su sobrina en un complejo y prolongado fragmento de casi tres minutos que hace que parezca que la habitación está girando.
EF
Fuente: Criterion Collection