A fines de la década de 1940, el caso antimonopolio de Paramount llevó a la ruptura de la integración vertical de los estudios de Hollywood, por lo que ya no podían ser propietarios de cines que mostraban exclusivamente sus propias películas. Esto significó que los diferentes estudios cinematográficos tuvieron que competir por proyecciones en otros lugares y trabajar de manera más agresiva para competir con los cineastas independientes, que ahora tenían una oportunidad para una audiencia más amplia. La apertura de esta ventana vendría a redefinir el cine estadounidense.
La década de 1940 se convirtió en una época de grandes experimentos y productividad; las películas realizadas entonces, y durante una década o dos después, constituyeron una parte considerable del New Hollywood Cinema. Películas como Meshes of the Afternoon de Maya Deren, con su fuerte influencia surrealista, o Fireworks, de Kenneth Anger, fueron precursoras de las películas que vendrían después. Además, el mundo del cine se volvió considerablemente más independiente. Los cines art house como el dirigido por Amos y Marcia Vogel se hicieron cada vez más populares, con su preferencia por las películas experimentales y "subterráneas" al principio, seguidas de una gama más amplia de películas europeas nunca vistas por el público estadounidense. Esta confianza estética, a su vez, marcaría el camino para el trabajo de cineastas posteriores.
De los muchos cineastas influenciados por este renacimiento, John Cassavetes tuvo el enfoque más pronunciadamente vanguardista. Con películas como Shadows, el estilo de Cassavetes estuvo marcado por su diálogo improvisado, historias algo informes y una cinematografía íntima y muy personalizada. Shirley Clarke, igualmente, hizo películas llenas de energía incontrolada y de forma libre, como The Connection. El escenario estaba bien preparado, entonces, para una película como Pull My Daisy de Robert Frank, un semi-documental semi-improvisado sobre poetas de Nueva York, que presenta figuras arquetípicas como Jack Kerouac y Allen Ginsberg.
Todo este trabajo crudo e inspirado cristalizó gradualmente en una estética. El cineasta nacido en Lituania, Jonas Mekas, inició algo llamado New American Cinema Group, que tenía sus propias reglas, que debía seguirse de cerca: el grupo no haría "películas de productos", diseñadas para satisfacer los caprichos corporativos; los cineastas mantendrían un firme control creativo sobre sus obras, sin ceder a los caprichos de los productores; y no se permitiría la censura. Esta confianza estética, a su vez, marcaría el camino para el trabajo de cineastas como Francis Ford Coppola y George Lucas, cuyas películas no eran experimentales de ninguna manera, pero no podrían haber tenido el mismo poder que tendrían sobre el público sin la energía del cine, del “Nuevo cine de Hollywood”.
Trad. EnFilme
Fuente: No Film School