Christopher Nolan comienza The Prestige con la voz en off de Michael Caine informándonos que "cada gran truco de magia consiste en tres partes o actos". Aquí, el uso de la palabra "actos" parece ser muy deliberado, ya que las narrativas cinematográficas tradicionales constan de tres actos. Nolan es un maestro de la narrativa. Sus estructuras a menudo parecen poco convencionales ya que ama la narración no lineal, pero todas sus películas se adhieren a los principios básicos de una estructura de tres actos. Sin embargo, a Nolan le encanta cambiar las cosas al final del tercer acto.
Muy a menudo, Nolan nos lanza una bola curva cuando nos acercamos al final del tercer acto. La narrativa cinematográfica tradicional exige que el tercer acto esté dedicado a la resolución de la película. Usualmente, el héroe conquista el problema presentado al final del primer acto, y todos los cabos sueltos están claramente vinculados. Nolan siempre tiene una resolución de algún tipo, pero frecuentemente presenta un nuevo problema al final del tercer acto. Agrega otro punto de la trama que llevaría a un cuarto acto, pero el cuarto acto no existe. Cortamos al negro sin saber el resultado del nuevo problema. Esta ambigüedad permite que las películas de Nolan permanezcan en nuestras mentes mucho después de que los créditos rueden. No hay una resolución ordenada y limpia para que tengamos cierre. Nos deja conmocionados e inseguros, desesperados por más información. No estoy seguro de que un cineasta actual tenga una mejor comprensión de la narrativa que Christopher Nolan. Su enfoque de contar historias es seguro y sabe cómo usar nuestras expectativas en contra de nosotros. Y al hacerlo, crea terminaciones que son realmente mágicas.
Trad. EnFilme
Fuente: Fandor