Alerta de spoiler para una película que cumple un cuarto de siglo: al final de Rojo (1994) la última parte de la trilogía Tres colores (Trois couleurs) de Krzysztof Kieslowski, seis personajes principales de las tres películas -las otras dos son Azul (1993) y Blanco (1994)- son los únicos sobrevivientes de un desastre de transbordadores que cobra la vida de más de 1,400 personas. Es el acto supremo del deus ex machina de un director: mirar hacia abajo desde lo alto, elegir quién morirá y quién no; y, en este caso, permitiendo que sus pocos elegidos vivan.
Quizás sea fácil criticar que esta eliminación de cientos de personas (aunque apenas vemos cadáveres en las noticias de Rojo sobre el incidente) es precisamente el problema con la postura decididamente apolítica de Kieslowski en sus últimas películas, incluidas estas tres. Y tales advertencias se han hecho. Las masas sin rostro como meras estadísticas, mientras que nuestros personajes favoritos son los únicos que cuentan. Es el solipsismo de Julie en Azul, aplicado en todos los ámbitos: “Estoy bien, Jacques ...”
Tal análisis político desaprobador es probablemente exacerbado por la belleza pura de Tres colores. Desde la comercialización centrada en tres jóvenes actrices glamorosas hasta, más abiertamente, las paletas de colores de cada película, estas son conscientemente “películas de arte”. Sin embargo, en medio de este universo de alta estilización, conexión metafísica y posibilidad ciega, aún es posible discernir, a pesar de las propias protestas de Kieslowski, una sensibilidad sociocultural más arraigada. El énfasis de Kieslowski en los mundos interiores de los personajes -que nace de su primer corto, The Tram (Tramwaj) de 1966- y de la fluidez e interconexión de la realidad seguramente habla, ahora más claramente que nunca, de la existencia moderna, a menudo liminal, dentro de la aldea global. Un espacio en el que se nos pide que imaginemos la libertad, la igualdad y la fraternidad a través de las fronteras, y prevemos una responsabilidad mutua con aquellos a los que solo podríamos enfrentar de manera tangencial.
En este sentido, Three Colours Silver: Kieslowski's trilogy at 25, un videoensayo elaborado por Leigh Singer y publicado en Sight & Sound, busca ubicar la relevancia actual de las últimas películas de Kieslowski y su visualización de lo político a través de lo personal.
Trad. EnFilme
Fuente: British Film Institute