Joseph Frank Keaton (Steamboat Bill Jr., 1928) nació en una familia destinada al espectáculo. Su padre fue un comediante y su madre una soubrette. Vino al mundo durante una noche en Kansas City. El socio de su padre, el escapista Harry Houdini, inadvertidamente lo renombró Buster, aprobando la forma en la que el pequeño y elástico Keaton soportó una caída accidental por las escaleras.
Como el mismo Keaton lo menciona durante una entrevista: “Mi viejo era un cómico excéntrico, y tan pronto pude mantenerme en pie, me puso zapatos y unos pantalones holgados. Comenzamos a trabajar juntos, él me pateaba de un lado del escenario al otro o me tomaba del cuello y me lanzaba. Cuando cumplí 7 u 8 años, decían que nuestro acto era el más rudo en la historia de los escenarios”.
Cuando tuvo su primer papel cinematográfico, Keaton ya era un payaso experimentado, con mucha experiencia realizando gags físicos acompañados de un entretenido relato.
Al igual que Harold Lloyd (The Freshman, 1925) y Charles Chaplin (The Kid, 1921), Keaton era un hombre de ideas, quien no necesitaba de un guión. Con un concepto firme de cómo deberían de comenzar y terminar los filmes, rodaba las cámaras sin mucha noción de cómo resultaría todo, afinando sus escenas físicas sobre la marcha, eliminando las que no funcionaban y celebrando los felices accidentes.
Tal vez sea más útil pensar en su enfoque como un antídoto contra el bloqueo creativo y la timidez. Éstas son las reglas de Keaton para contar una historia mediante la improvisación:
Ten un comienzo fuerte.
Decide cómo quieres que termine todo.
Si no está funcionando, córtalo.
Actúa como si fuera lo más importante para ti.
Acción sobre las palabras.
Trad. EnFilme
Fuente: Open Culture