Eastern Promises (2007) puede no ser la película más querida o conocida del director David Cronenberg, pero es una obra mucho mejor de lo que muchos le han dado crédito, y posiblemente uno de los esfuerzos más memorables del autor canadiense desde mediados de la década del 2000. Una visión sangrienta del tribalismo y la lucha interna en el inframundo de la mafia rusa, Eastern Promises definitivamente se siente como una película de género en su superficie, especialmente cuando se le compara con las primeras obras del director como Videodrome y The Brood. Pero en una mirada más profunda nos podemos percatar que el filme posee un tapiz narrativo más denso y rico del que sugiere su entorno bastante ordinario. Como en todas las películas de Cronenberg, Eastern Promises presenta al cuerpo humano como una especie de espectáculo de horror: el director sigue fascinado por la inestabilidad interna manifestada en una forma externa, y también por la forma en que la deformidad física puede (re)definir a la persona.
Este intenso enfoque en la fisiología humana en la película de Cronenberg es el tema de Eastern Promises: A Study of Bodies, un videoensayo de Nerdwriter, que examina los temas habituales en la filmografía del director. Estos incluyen la profanación de la carne para mostrar devoción a una institución, (aquí son tatuajes para rendir culto y compromiso con la mafia, pero el concepto en sí recuerda el culto de los medios de comunicación en Videodrome) la inquietante superposición de violencia y sexualidad (como en Crash) y la proyección física de un yo interno fracturado (los tonos de Spider). También hay una clara disección de la pieza central innegable de la película: el infame baño de ducha, que seguramente es una de las escenas de lucha más inmediatas e incómodamente íntimas en años recientes.
Trad. EnFilme
Fuente: The Playlist