Aquí puedes leer nuestra minicrítica de 'El hijo de Saúl'
El hijo de Saúl (Saul Fia, 2015) comienza con un largo tiro fuera de foco. Un hombre (Geza Röhrig) camina hacia la cámara hasta que de pronto está enmarcado muy de cerca en primer plano. La cámara lo sigue a través de una escena al aire libre que refleja una atmósfera caótica.
No está claro de inmediato quién es, o dónde estamos. Pero a lo largo de la secuencia de apertura de este drama ambientado en el Holocausto nos colocamos muy rápidamente en un ambiente hostil e incómodo.
La película es la ópera prima del director húngaro László Nemes. Se exhibió en mayo del año pasado en el Festival de Cine de Cannes y ha acumulado galardones en esta temporada de premios, incluyendo un Globo de Oro a la Mejor Película en Lengua Extranjera y una nominación al Oscar en la misma categoría.
El hijo de Saúl cuenta la historia de un preso judío en un campo de concentración que forma parte de un equipo de prisioneros encargados de hacer las tareas sucias de los nazis.
En una entrevista para The New York Times, Nemes habló sobre el estilo y el rodaje de la película.
¿Cómo decidiste que el foco de la cámara se concentrara en un solo personaje?
En la representación del Holocausto, las películas han establecido una serie de códigos que se desprenden de la experiencia individual en el campo de concentración. La idea visceral de comprender la posición del individuo, las limitaciones y el frenesí, fue olvidado en cierto modo. Tenía muchas ganas de sumergir al espectador en una situación real, dejando espacio para la imaginación del espectador. Yo no quiero revelar mucho de los alrededores, porque creo que cuando estás inmerso en una situación, no tienes la distancia o la perspectiva. Quería transmitir algo desde esa experiencia y comunicarla de una manera muy directa.
La película está filmada con cámara en mano en lugar de utilizar una Steadicam. ¿A qué se debe esta elección?
Consideramos el uso de una Steadicam, pero nos pareció que sería demasiado flotante y muy agradable. Necesitábamos algo más crudo. Necesitábamos manipularlo directamente con la mano, como si fuera casi una relación física la que se establece entre el personaje y la cámara. Mi director de fotografía, Matyas Erdely, y yo estábamos pensando en esto por años, cómo hacer que esto sucediera. Y pensamos que la simplicidad de la cámara en mano estaba más de acuerdo con nuestra estrategia.
Tu película se mantiene en un personaje, pero hay mucha acción a su alrededor, en la periferia de la trama. ¿Cómo fue el proceso de orquestar esa acción?
No queríamos revelar demasiado. En los campamentos, tú, como espectador, no tienes el lujo de ver lo que ahí ocurre. Hay que mantener un perfil bajo. Quería que se trata de la fuerza de estructuración. El personaje principal no está mirando y nosotros tampoco. Pero el contexto de los alrededores tenía que existir. Tuvimos una organización muy meticulosa de todo el rodaje, donde todo el mundo tenía que saber dónde estar y qué hacer. Pero para el reparto y el equipo, el hecho de que estábamos inmersos en secuencias muy largas en tiempo y espacios reales real ayudó a la recreación.
LFG (@luisfer_crimi)
Fuente: The New York Times