Varios años después de su estreno, la gente todavía debate las muchas facetas y posibles discursos de Waltz with Bashir (2008), filme dirigido por el cineasta israelí, Ari Folman, que combina el documental y la animación para narrar los acontecimientos en torno a la matanza de refugiados palestinos en Sabra y Chatila (Líbano) en 1982. El relato comienza durante una noche, al interior de un bar, cuando un viejo amigo le cuenta a Folman una pesadilla recurrente en la que le persiguen siempre 26 perros. Los dos hombres llegan a la conclusión de que la pesadilla tiene que ver con una misión que realizaron para el ejército israelí durante la primera guerra contra Líbano a principios de la década de 1980. A Folman le sorprende el hecho de no recordar nada de ese periodo de su vida. Intrigado, decide hablar con viejos amigos y antiguos compañeros dispersados por el mundo entero. Necesita saber la verdad acerca de esa etapa y de sí mismo. De manera paulatina, los recuerdos de Folman reaparecen y se materializan en la forma de imágenes animadas.
Recientemente, un videoensayo titulado Waltz With Bashir: Echoes of a Forgotten Past (Vals con Bashir: Ecos de un pasado olvidado), publicado en Digging Deeper, analiza los límites éticos de esta película y la situación que reconstruye, la manera cómo lo presenta y qué líneas éticas pueden desprenderse a partir de la recreación de los sucesos y la representación de la memoria y la violencia en el filme.
LFG (@luisfer_crimi)
Fuente: The Film Stage