Sabemos que el escenario de una historia puede afectar el humor de la audiencia –tan solo piensen en cómo se sienten al ver una película ambientada en la soleada Jamaica en contraste con otra situada en la tormentosa Transylvania– y sabemos también que la música también establece la atmósfera, a veces de manera más dominante que el set. Imaginen, por ejemplo, una escena en la playa con la música de Psycho (1960), o una en Transylvania con la música de El Show de Benny Hill (1969-94). Sin embargo hay un elemento cinemático incluso más insidioso cuando se trata de manipular el humor de una audiencia: la iluminación.
Como demuestra el siguiente videoensayo, la luz tiene el poder de crear y modificar el humor de una película de una manera en que los personajes, el guión o cualquier otro elemento es incapaz. El ejemplo que elige el usuario de Youtube, Mr. Nerdista, es uno de los filmes más hermosos de todos los tiempos: Frankenstein, la obra maestra del horror que James Whale filmó en 1931.
Jugando con esquemas de iluminación que nacieron en la Alemania Expresionista (en específico los que se utilizaron en filmes enfocados al horror, como Nosferatu de Murnau), Frankenstein expresa mucho más con su iluminación que con los diálogos, ya que la luz ayuda a establecer señales emocionales que refuerzan a la novela de Mary Shelley en su vigencia, y la vuelven más elevada que otras historias de miedo.
Es muy común que los video-ensayistas le pongan más atención a la cinematografía contemporánea, así que es alentador el ver a un editor probando el perdurable valor y las innovaciones de películas clásicas como Frankenstein.
[Trad. Viera Khovliáguina]
Fuente. FilmSchoolRejects