La toma larga es una herramienta preferida de muchos grandes cineastas contemporáneos, pero pocos la han empuñado con resultados tan provocadores como Michael Haneke. En La pianista (La pianiste, 2001), su adaptación de la polémica novela The Piano Teacher, de Elfriede Jelinek, el director austriaco aprovechó magistralmente la duración cinematográfica de la historia de una profesora de piano profundamente reprimida llamada Erika (Isabelle Huppert), que vive con su madre emocionalmente dependiente y forma una sadomasoquista relación con su talentoso joven estudiante Walter (Benoît Magimel). Trabajando con el director de fotografía Christian Berger, Haneke creó largos pasajes en los que la mirada despiadada e implacable de la cámara intensifica la intensa abyección y alienación en la pantalla. Para la reciente edición de la película, Criterion Collection entrevistó a Haneke; ahí, el director habló sobre sus métodos de narración, enfatizando las formas en que el tiempo lleva la narrativa de suspenso y facilita a los actores el desarrollo del arco emocional de una escena.
En el siguiente clip, Haneke examina el comienzo de un enfrentamiento de siete minutos entre Erika y Walter, y explica cómo se esforzó por capturar este momento sexualmente cargado con la valentía de obras maestras transgresivamente eróticas como In the Realm of Senses y Salò.
EF
Fuente: Criterion Collection