El cineasta chileno, Pablo Larraín, se dio a conocer en la escena cinematográfica mundial con Tony Manero (2008) y Post Mortem (2010) al capturar, en diferentes etapas históricas, el agitado contexto de la dictadura de Pinochet y el golpe de estado chileno de septiembre de 1973. Con su cuarta película, No (2012), basada en la obra de Antonio Skármeta, Larraín vuelve a la historia reciente de su país para recuperar los sucesos en torno al plebiscito chileno de 1988, cuyo objetivo fue poner fin a la dictadura militar con una estrategia no basada en el enfrentamiento y la denuncia del régimen sino en la esperanza de un futuro mejor. En 2016, Larrín confeccionó dos biopics centradas en figuras emblemáticas: Neruda, que retrata la persecución contra el poeta sudamericano, y Jackie, que plasma el desgarrador proceso de luto de la Primera Dama luego de la muerte de John F. Kennedy.
Aunque realizada en 2014 –antes de que elaborará las dos biopics– Larraín compartió, en una entrevista para Cine-fils Magazine, sus ideales estéticos y creativos respecto a la realización cinematográfica a partir de los acontecimientos históricos:
Creo que todo es pasado. El futuro no existe todavía. Lo que las películas puede hacer, quizá, es crear reflexiones sobre nuestro pasado. Y el problema es que algunas personas quieren legitimar cualquier cosa que piensan de la historia mediante una película. Y una película es sólo una pieza de arte de memorias, de perspectivas, de arbitrariedades, de subjetivos puntos de vista.
LFG (@luisfer_crimi)
Fuente: Cine-fils Magazine