Hacia finales de la década de 1950: Ingmar Bergman se consolidaba como un autor cinematográfico de reconocimiento internacional mientras que Andrei Tarkovsky concluía su carrera como estudiante de cine en Moscú. Con el paso de las siguientes décadas, los dos se convertirían en decididos admiradores el uno del otro. Bergman llegaría a considerar a Andrei Rublev (1966) de Tarkovsky como una de las mejores películas jamás hechas y, al enumerar sus diez mejores películas, Tarkovsky nombraría tres de Bergman: Wild Strawberries (1957), Winter Light (1963) y Persona (1966). Pero más allá de desarrollar esta consideración profesional mutua, los dos directores eventualmente convergerían en la convicción de la relación íntima entre lo existencial y lo religioso-espiritual. Quizás no sea sorprendente que, a lo largo de sus carreras, ambos directores se involucren persistentemente con uno de los dilemas más angustiantes de la posguerra: el silencio de Dios.
A medida que el polvo de la Segunda Guerra Mundial comenzó a asentarse, Europa se vio obligada a enfrentar la devastación causada dentro y fuera de sus fronteras. El derramamiento de sangre sin precedentes resolvió preguntas previamente contundentes sobre la benevolencia y la existencia de Dios, que culminó con la pregunta candente, ¿dónde está Dios en todo este horror? Aunque Friedrich Nietzsche había declarado durante mucho tiempo que Dios estaba muerto (en 1882), se había vuelto exponencialmente más evidente que un colapso completo de las certezas religiosas era inminente. Porque si Dios existiera, seguramente la guerra lo habría obligado a revelarse. Sin embargo, en medio de los restos, no se podía ver a Dios. De esto surgió una premisa sobre la cual Bergman y Tarkovsky lanzarían sus películas más existenciales: ¿el silencio de Dios debe considerarse evidencia irrefutable de su inexistencia?
Aunado a estas preocupaciones compartidas, existen -a nivel visual- una serie de paralelismos entre los dos autores, tal como lo explora Ingmar Bergman and Andrei Tarkovsky - Visual Similarities, un videoensayo elaborado por Gabriel Gómez.
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Fuente: Gabriel Gómez