Video. Un tributo a la prolífica carrera de Takashi Miike
De Culto. El imperio de los sentidos de Nagisa Oshima
El famoso pronunciamiento de Shohei Imamura, “soy un campesino; Nagisa Oshima es una samurai”, puede ser ambiguo en tono e intención (¿es irónico, insidioso, deferente?), pero enfatiza las pronunciadas diferencias entre los dos directores: de clase, estilísticos y de otro tipo. A menudo emparejados como avatares gemelos de la Nueva Ola japonesa (un término que Oshima aprovechó todas las oportunidades para rechazar y menospreciar), dados los elementos compartidos entre ellos: una audacia tanto formal como social, un rechazo del refinado tenor del cine tradicional japonés, la propensión a mezclar ficción y realidad, y ciertos temas clave (sexo y criminalidad, el abuso y la resistencia de las mujeres, el incesto, las fisuras sociales del Japón de la posguerra). Sin embargo, Imamura y Oshima pueden interpretarse como contrarios, si no opuestos. Donde Imamura hizo películas desafiantes “desordenadas” y “jugosas” (sus términos preferidos) que celebraban la vida irracional, instintiva, carnal, miserable, violenta y supersticiosa de la clase baja de Japón, las películas de Oshima son principalmente ideológicas, de sondeo y controladas. Incluso en su forma más compleja, las obras de Oshima exhiben tal ingenio, belleza, invención furiosa y un sentimiento profundo de que sus estrategias conceptuales adquieren fuerza sensual y emocional. Son menos producto de una sensibilidad posmoderna que de una inteligencia desesperada: Oshima hizo películas como si fueran una cuestión de vida o muerte.
En el breve clip, vía TIFF Originals que a continuación compartimos, el prolífico cineasta japonés Takashi Miike (Audition, 1999; Ichi the Killer, 2001) habla sobre la importancia de Oshima en la historia del cine japonés, resaltando la “creatividad íntegra” del director de El imperio de los sentidos (1976), El imperio de la pasión (1978) y Feliz Navidad, Mr. Lawrence (1983).
Trad. EnFilme
Fuente: TIFF Originals