Lee aquí nuestra Reseña de La forma del agua
Como realizador, Guillermo del Toro es famoso por materializar monstruos y criaturas fantásticas que nacen de su imaginación. Desde la enorme pero detallada masa de Kaijus en Pacific Rim hasta el hombre pálido en El laberinto del fauno; el director es un maestro en dar vida a seres de otro mundo. Pero él no lo hace solo. En muchos casos, ninguna de sus creaciones más icónicas sería posible sin la ayuda de sus actores, maquillistas y diseñadores de efectos visuales. Es en ese bello híbrido de tecnología y arte en el que algunas de sus más grandes proezas imaginadas se hilan en realidades que lo hacen creer. Y ahora, el hombre anfibio en el centro de The Shape of Water es la creación más impresionante en la carrera de del Toro hasta ahora. Mientras que el director y el actor Doug Jones merecen un crédito inconmensurable por su papel en la creación del personaje, también el supervisor de efectos visuales, Dennis Berardi, jugó un papel muy importante.
Esta fábula de fantasía, ambientada en el contexto de la era de la Guerra Fría en América alrededor de 1962, pero con resonancias en la época actual, narra una serie de eventos que inician en el laboratorio gubernamental de alta seguridad oculto donde trabaja, Elisa (Sally Hawkins), una mujer muda y solitaria acostumbrada a su rutina de trabajo. Su vida cambia cuando ella y su compañera de trabajo, Zelda (Octavia Spencer), descubren un experimento secreto clasificado en el que está involucrada una extraña criatura.
Las semillas de esta película se plantaron cuando del Toro tenía seis años, y vio El monstruo de la laguna negra (1954). A pesar de que fue escrito como una película de terror, el joven del Toro vio una hermosa historia de amor. “Me tomó alrededor de 46 años corregir ese error”, dice. VICE News le pidió a Guillermo que explicara su proceso para crear una bella y extraña historia de amor entre una mujer y una criatura acuática.
EF (@EnFilme)
Fuentes: Observer, Fox Searchlight, Vice, SyFy