Reseña, crítica Amor, honor y libertad - ENFILME.COM
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FICHA TÉCNICA
The Lady
Amor, honor y libertad
 
Francia/Gran Bretaña
2011
 
Director:
Luc Besson
 
Con:
Michelle Yeoh, David Thewlis, Jonathan Raggett
 
Guión:
Rebecca Frayn
 
Duración:
132 min.
 

 
Amor, honor y libertad
Publicado el 13 - Abr - 2012
 
 
La película The Lady, de Luc Besson, quien decide no profundizar en las repercusiones políticas y sociales del movimiento de la Liga Nacional Democrática. - ENFILME.COM
 
por Julieta Navarrete

La historia de Aung Sang Suu Kyi no ha terminado de escribirse. La opositora a la dictadura birmana se mantiene haciendo importantes avances en el terreno político de su nación. Apenas el 9 de julio sesionó por primera vez en el Parlamento birmano, marcando su entrada a la política en los límites de lo que es considerado legal por el régimen militar tras muchos años de arresto domiciliario e incansable lucha por la democracia. De ese periodo de arresto y las penurias que trajo consigo el mantenerse firme por su nación, nace la película The Lady, de Luc Besson, quien decide no profundizar en las repercusiones políticas y sociales del movimiento de la Liga Nacional Democrática que ella representa, para mostrar más el dolor de madre y esposa que se enfrenta a la terrible encrucijada de elegir entre su familia y su país, dejando ver el drama que supuso a un nivel más íntimo.

Besson sabe lo que funciona en el público y lo que conmueve. La vida y obra política de Aung San Suu Kyi es mucho más profunda de lo que el cineasta muestra en el resultado final, que toca fibras sensibles en el espectador, pero no se preocupa por crear consciencia social de la situación de Birmania, la Liga Nacional Democrática y las fuertes agitaciones políticas. Decide en cambio enfocarse en el melodrama y en el salto que supone pasar de ama de casa a rebelde política. Toma imágenes que son poderosas: Aung San Suu Kyi visitando a los pueblos más marginados de Birmania o monjes budistas marchando hacia la casa donde ella se mantiene en arresto domiciliario. Pero no hay nada que nos revele el verdadero significado de estas imágenes, ni el intrincado funcionamiento de la política birmana, las condiciones reales de los pueblos, ni el trasfondo de las marchas budistas que se han repetido a lo largo de los años; Besson se limita a mostrar lo que es más sencillo de explicar.

La película nos muestra desde el principio a un régimen militar implacable que no admite opositores. El asesinato del padre de Aung San Suu Kyi (Yeoh), cuyos discursos sobre la democracia ponían nerviosos a los militares, es el detonante de toda la historia, el estandarte de los oprimidos que desean la democracia y la liberación, y el motor de la heroína para seguir adelante con la lucha tomando en cuenta todas las enseñanzas de su progenitor. Aung San Suu Kyi hace su vida en Londres, con su esposo Michael Aris (Thewlis), con quien tiene dos hijos, pero cuando recibe una llamada de Birmania con la advertencia de que su madre está a punto de morir, tiene que volver a su país. Ahí se da cuenta de la represión violenta y el asesinato indiscriminado que sufren los estudiantes que se manifiestan contra la dictadura birmana y decide seguir los pasos de su padre. Luc Besson muestra con crudeza la violencia contra los estudiantes, de tal forma que no queda duda de las razones de Aung San Suu Kyi para quedarse y hacer algo al respecto.

Los militares tienen fichada a Aung San Suu Kyi desde el principio. Siendo la hija del General que les dio tantos problemas en el pasado, es de esperarse que intenten mantenerla al margen de la situación sabiendo que puede erigirse como figura de los buscadores de la democracia si se lo propone por la carga simbólica que representa. No se equivocan, pues en cuanto Aung San Suu Kyi pone manos a la obra, los birmanos comienzan a unírsele y la siguen como un líder mientras ella, con don de gente y una profunda convicción, se vuelve la figura de la Liga Nacional Democrática. A su lado están sus hijos y su esposo. Pero la dictadura sabe que la golpearán duramente en lo anímico y emocional si la separan de su familia, así que eso es lo que hacen, la ponen bajo arresto domiciliario y deportan a su esposo, Michael Aris.

La película retrata la manera en que Aung San Suu Kyi pretendía obtener la democracia y la libertad. Para ella la vía de la paz, y no la de la guerra, era la mejor manera de lidiar con la dictadura. El derramamiento de sangre no era opción, porque eso conllevaría a más pérdidas de vidas jóvenes y ella abogaba por un cambio de pensamiento en el que no hubiera cabida para la violencia sino para la reflexión. El gobierno militar ya había hecho su parte asesinando indiscriminadamente a sus opositores y ella no siguió esos pasos. Tras el arresto domiciliario, su esposo hace todo lo posible por hacerla acreedora del Premio Nobel de la Paz para asegurar su seguridad. Matarla siendo ya una parte tan importante de la sociedad a nivel nacional e internacional, ya no sería una salida fácil para los militares como cuando asesinaron a su padre. “No queremos otro mártir”, dice el general Than Shwe (Agga Poechit), cabeza de la dictadura militar. Pero Besson sabe que el mártir se está construyendo, y explota al máximo el dolor y los sacrificios de Aung San Suu Kyi, y también de su familia que, sin duda, ha perdido una madre y una esposa. Para el espectador, el mártir ya está creado.

Rebecca Frayn tardó tres años en conformar el guión; entrevistó a personas que rodearon a Aung San Suu Kyi e hizo una profunda investigación de la parte de la historia que muchas veces se deja de lado: la de la madre. Las lágrimas seguramente no se harán esperar por parte del público; vemos un padre y esposo devoto en la figura de Michael Aris, unos hijos que extrañan a su madre pero que parecen comprender la magnitud de los actos que la llevan a estar separada de ellos, y una mujer capaz de anteponer sus sentimientos por un bien mayor aunque se deshaga por dentro y lo manifieste.

Michelle Yeoh convence en su papel, no solamente por el trabajo de haber adelgazado para parecerse más a Aung San Suu Kyi, sino porque mediante sus expresiones faciales, mirada firme y movimientos delicados, nos transmite la sensación de paz interior y convicción firme mientras da sus discursos y avanza de frente a los militares que la amenazan. Al mismo tiempo, es capaz de encarnar el llanto más desgarrador y de dejar claro, aunque sea sin hablar, que sufre por sus hijos y por su esposo. El viaje a Birmania está compuesto por rojos y amarillos vibrantes, con tomas bien cuidadas y visualmente atractivas de los paisajes alrededor de las comunidades y una acertada captura del bullicio de las calles de la ciudad. En conjunto, lo que se ve en pantalla conmueve pero Luc Besson no logró plasmar todo lo que la Aung San Suu Kyi representa como figura inspiradora y arma de cambio político a nivel internacional.

 
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