Lee aquí sobre el verdadero origen de Ultrón, el villano
En el mundo Marvel, cada año surge un villano que amenaza con destruir al mundo, a varios mundos, y, en el futuro, incluso, a todo el universo, pero, ¿adónde nos ha llevado esto? Hace tres años, Joss Whedon logró algo que parecía imposible: juntar de manera dinámica y en una sola película a un montón de personajes que -a excepción del Tony Stark de Robert Downey Jr.- parecían incapaces de sostener una trama por sí mismos. La verdadera misión de los Vengadores no era salvar al mundo, sino mantenerlo entretenido. Y lo hicieron con éxito. Pero gran parte de este éxito se debió a la novedad y la ambición del proyecto, que ya comenzó a ser imitado por Fox (X-Men: Days of Future Past, 2014), DC (Batman vs. Superman, 2016) y Universal (que juntará a Drácula, la Momia, Frankenstein, el Hombre Lobo, y otros monstruos sobre los que tiene los derechos). Han pasado tres años desde que se estrenó el primer capítulo de los Vengadores, y lo justo era que la fórmula hubiera cambiado, pero me da la sensación de que durante la etapa de desarrollo de este enorme proyecto, los productores y Whedon pensaron muy bien el inicio y el final, y dejaron de lado lo que habría en el medio.
Whedon, una de las figuras más importantes del mundo geek, es ingenioso, y por eso resulta inquietante la repetición de su propia fórmula: las fricciones entre los héroes, la pelea con Hulk, la batalla climática contra un ejército sin rostro ni personalidad, la amenaza que viene del cielo y las piedras mágicas que nadie entiende del todo cómo funcionan. Loki (Tom Hiddleston) ya no está presente, pero su cetro sigue haciendo de las suyas. De hecho, es a partir del cetro precisamente que nace el nuevo villano, Ultrón (James Spader), una inteligencia artificial creada por Tony Stark y Bruce Banner (Mark Ruffalo) con complejo de dios -y, en cierta forma, de Edipo- que pretende erradicar a la humanidad debido a que, por supuesto, es la única manera de lograr la paz mundial. Es una figura con cierta gracia y complejidad -un Frankenstein que representa lo peor de su creador, Iron Man-, pero que en su intento por destruir a la humanidad terminará, como muchos antes que él, en el mismo limbo al que van a parar los villanos del tipo Pinky & Cerebro. El público se llena de rabia con los spoilers en este tipo de películas, pero no hay mucho que revelar sobre la trama, ya que nuestros héroes, como dice el mismo Ultrón, no quieren que nada cambie: Iron Man sigue siendo la estrella del equipo y la película, Capitán América (Chris Evans) se esfuerza por dirigir a un grupo que lo sobrepasa, Hulk no sabe si aplastar o marcharse, y Thor (Chris Hemsworth) aplasta todo lo que Hulk dejó intacto. El único cambio radical es la introducción de un conflicto amoroso que no cuaja entre Banner y Black Widow (Scarlett Johansson), y es un elemento que a veces resulta incluso incómodo, en una película donde no hay espacio para el desarrollo de personajes.
No todo es malo. Whedon sigue siendo un mago del entretenimiento y el asombro (los pilares de Marvel); sus personajes se vuelven cada vez más irreverentes y ácidos (cada vez se parecen más a Stark), y esto parece funcionar. Y a decir verdad le tengo fe a varios de los nuevos personajes, en especial a Vision, interpretado con inocencia y elegancia por Paul Bettany, quien pasó de ser una simple voz (J.A.R.V.I.S.) en el casco de Iron Man a convertirse en el héroe más puro y noble del equipo, y este aspecto del personaje es algo que Whedon comenzó a mostrarnos, sin que el público lo supiera, desde el primer avance de la película. Además, creo que Jeremy Renner es el mejor actor en el equipo, por lo que es bueno ver que su papel es más relevante ahora. Hawkeye es un héroe inteligente y centrado, quizá demasiado racional para una película de este tipo. Entre sus diálogos, tiene una curiosa frase que muchos críticos no han dejado de citar en sus reseñas: “Estamos peleando contra un ejército de robots, y yo uso un arco y flechas. Esto no tiene sentido”. Claro que no lo tiene, como muchas otras cosas: ¿Por qué no se ahonda más en los demonios internos de los héroes, teniendo a alguien que los puede invocar con un simple movimiento de manos? ¿Por qué incluir a Julie Delpy y Andy Serkis en papeles fugaces que no aportan nada a la película? ¿Por qué Quicksilver (Aaron Taylor-Johnson) no es genial como en Days of Future Past? Yo sé la respuesta, y me entristece. Es porque las escenas de acción y la introducción desesperada de personajes, en ese orden, son la prioridad. Y quizás no objetaría por el tema de la acción sin descanso, si no fuera porque este mismo año Marvel empezó a innovar en el terreno argumentativo y visual con la serie de Netflix, Daredevil. Hasta el momento, no hemos visto en Daredevil un uso descomunal del CGI, ni aparatos milagrosos sacados de la manga, ni disfraces coloridos, ni discursos expositivos, ni un afán de apresurar la trama para alcanzar un clímax computarizado casi por completo. No hay nada de esto, y es probablemente el mejor relato de superhéroes que Marvel ha hecho hasta el momento.
Whedon dice que para esta segunda parte buscó inspiración en los modelos de secuelas exitosas como El padrino II (1974) y El Imperio contraataca (1980), dos filmes indispensables en el debate de las secuelas grandiosas que superaron a sus igualmente grandiosas predecesoras. Pero me pregunto si será posible una evolución de este tipo en una saga del Universo Cinemático Marvel. Yo aún no me decido cuál de las primeras dos partes de El padrino es mejor; ambas son piezas ejemplares en la construcción y desarrollo de sus personajes. Incluso Vito Corleone, quien muere al final de la primera parte, vuelve a ser una figura eminente en el segundo episodio, esta vez bajo un nuevo enfoque, por medio de flashbacks. Whedon falló en utilizar un nuevo enfoque. Era de esperarse que, al ir avanzando la saga, el director se vería en la dificultad de tener que lidiar con demasiado material, entre personajes nuevos y viejos, y entre argumentos y subtramas que, por existir de antemano en el medio del cómic, no le pertenecen del todo. Hablo como alguien que identifica en la película la mayoría de las referencias y alusiones al destino ya trazado de muchos de estos personajes (lo cual ciertamente hace sonreír al geek que llevo dentro de mí), pero antes que nada, hablo como amante del cine: es evidente que Whedon ha sacrificado la integridad de la película para utilizarla como un peldaño a lo que sigue. Y lo que sigue es ese filme de 2018, Infinity War, en donde, a este paso, veremos a todos los actores de Hollywood luchando entre ellos por salir unos minutos en el universo de Marvel.