Por Alo Valenzuela (@AloValenzuela)
Journalism is not a profession or a trade.
It is a cheap catch-all for fuckoffs and
misfits— a false doorway to the backside of life […]
Hunter S. Thompson
Tom Wolfe, en el prólogo para la antología de los autores que clasificó como representantes de El Nuevo Periodismo (1973), aseguraba que el tiempo de la no-ficción había llegado como en siglos pasados fue el tiempo de la novela. Ahora sabemos que las predicciones de Wolfe eran exageradas aunque también sabemos que la realidad, en manos de un buen narrador, es un duro contendiente para la ficción. Lo que queda de esa pretensión que exacerbaba el alcance del periodismo en el mundo literario es el reflejo impreso del espíritu que se adueñó de hombres como Wolfe, Mailer o Capote para que llevaran el oficio hasta sus últimas consecuencias. Otro miembro de esa camada, aunque siempre a cierta distancia, fue Hunter S. Thompson, quien acuñó el término Gonzo. Usaba ese término para calificar a un periodismo que se encargaba de retratar la realidad enfocándose en el total, dejando de lado los datos fuertes y la objetividad, y apropiándose de la ficción para complementarla. El Diario de un seductor es un tributo apasionado a Thompson y a su visión romántica y salvaje de la labor periodística y a su obsesión con la falsedad del sueño americano.
Paul Kemp (Depp) es un periodista y escritor frustrado que llega a Puerto Rico para trabajar en el diario San Juan Star. En las oficinas del periódico se encuentra con una fauna a la que se acopla con facilidad llevando una vida vagabunda bañada en ron. Aquí vemos el retrato romántico del periodista decadente, un ser que podría resultar repugnante pero que está siempre dispuesto a buscar más para saber lo que sucede al otro lado del precipicio.
Kemp ve en la isla dos mundos que chocan y conviven: el sueño americano invadiendo el paraíso con hoteles y lujos, y los sobrevivientes puertorriqueños con su cultura caribeña en la que la fiesta no para a pesar de la miseria en la que los mantienen.
El personaje, como lo hizo su creador, piensa en exhibir el trasfondo del sueño americano que está devorando el paraíso caribeño aunque su idea se tambalea como él y sus amigos cuando beben ron con la misma constancia con la que respiran. Desgraciadamente el conflicto interno que la invasión de lo americano provoca en Kemp, no se desarrolla lo suficiente. El periodista captura con su cámara la decadencia del lugar (lo que demuestra la atracción que le provoca) y, en un par de ocasiones, muestra el impulso de desnudar la situación que le molesta, pero la cinta se enfoca tanto en el tributo, que parece olvidarse de profundizar en la historia.
Como narración aislada de su contexto, la cinta fracasa al no desarrollar a fondo la pugna interna del personaje y el desarrollo que le provoca; además, carece de puntos climáticos. En cambio, como complemento a una obra, como documento histórico y como retrato y, de nuevo, homenaje al personaje que fue Thompson, la cinta funciona estupendamente.
Más de diez años tardaron en materializar este proyecto y se entiende que, como amigo personal de Hunter, Johnny Depp lo haya producido y protagonizado con pasión. Aprendió las mañas de Thompson viviendo con él cuando se preparaba para caracterizarlo en la adaptación de Terry Gilliam de la obra emblemática del Gonzo, Fear and Loathing in Las Vegas (1998). De esa interpretación repitió la forma de hablar en murmullos masticados cuando lo vemos taladrar la máquina de escribir. Se agradece que, en cambio, no haya repetido el andar errabundo que ya desgastó cuando se lo implantó a Jack Sparrow: este es un nuevo personaje que combina la imitación del Hunter de la realidad con el personaje de ficción.
No solo en eso se mezcla la ficción con la realidad. Al puro estilo Gonzo el guión del también director Bruce Robinson combina referencias a la vida del escritor con la adaptación de la novela. Vemos al Hunter real en el odio que muestra Kemp hacia el candidato a la presidencia Richard Nixon, y el periódico para el que escribe Kemp, es el diario en el que el veinteañero Thompson quizo trabajar pero fue rechazado. Estos permisos que se toma Robinson agregando a la adaptación detalles extra son la evidencia del homenaje. En la cinta vemos el interés del autor por la fotografía y se expresa, aunque sin mucho orden y en tandas, su visión del periodismo y del mundo. Quizás no vemos aquí la locura de la cinta de Gilliam pero hay que recordar que, aunque Depp se vea mayor, Paul Kemp tenía poco más de veinte años y comenzaba en el periodismo a diferencia del personaje ya maduro de Fear and Loathing in las Vegas (1998). Si esto fuese una capitulación de la vida de Thompson entonces ésta sería la precuela, el caldo de cultivo de lo Gonzo.
Una frase que aparece en pantalla al final de la película, se refiere a Paul Kemp como si existiese en la vida real y, el futuro que se le atribuye, es el de su creador. Esto es porque la cinta es un homenaje en el que ambos son la misma persona. Finalmente Hunter fue siempre su personaje principal y vivía en su obra. No hay mejor manera de rendirle tributo al escritor que apropiarse tanto de sus recursos narrativos como de sus obsesiones para retratar al mismo tiempo su origen y el despertar de su obra.