Reseña, crítica Fogonero del delirio - ENFILME.COM
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FICHA TÉCNICA
Fogonero del delirio
Fogonero del delirio
 
México
2011
 
Director:
Gustavo Domínguez
 
Con:
Alejandro Colunga
 
Guión:
Gustavo Domínguez, Jorge de la Cueva
 
Fotografía:
Juan Castillero
 
Edición:
Yordi Capó Duración:
90 min
 

 
Fogonero del delirio
Publicado el 04 - Oct - 2012
 
 
El documental está dirigido por Gustavo Domínguez, quien se acerca a Colunga de la manera en que lo haría un fanático respetuoso de su obra. - ENFILME.COM
 
por Enrique Sánchez

Parece obligatorio que un artista se aventure en los terrenos de la locura para ser capaz de realizar su obra. Casi siempre el público se pierde de todo este proceso, pues muchas veces llegamos a conocer al artista solo hasta después de que ha vivido una especie de viacrucis –Basquiat y su vida de grafitero vagabundo, o incluso Van Gogh y su singular relación con Sien Hoornik, la prostituta a la que convirtió en su musa–, y todo esto hace que su relato autobiográfico posterior a la fama sea un poco impreciso. EnFogonero del delirio, vemos a Alejandro Colunga y su imponente persona que él mismo se ha esforzado por pulir –con todo y sus demonios, eso sí– de manera minuciosa y soberbia, justo como haría con una de sus esculturas.

El documental está dirigido por Gustavo Domínguez, quien se acerca a Colunga de la manera en que lo haría un fanático respetuoso de su obra: conoce muy bien el material con el que está trabajando, y por esa misma razón se anda con cuidado, pues Colunga es famoso no solo por sus obras, sino también por su temperamento arrebatado. Es difícil saber hasta qué punto Colunga intervino en la creación de escenas clave como, por ejemplo, aquéllas en donde se recrea su infancia. Éstas se basan principalmente en los testimonios de las hermanas del artista plástico, quienes lo describen como un niño consentido y travieso. Debido a que esta descripción se podría aplicar a cualquier niño ordinario, Domínguez se esfuerza en presentar a Colunga como un personaje único desde su infancia, por lo que recrea una escena en donde un pequeño Gustavo asiste a la iglesia con su madre y, en medio de la misa –con abundantes y hermosas frases en latín, como antes se acostumbraba–, el pequeño fantasea con personajes circenses que se adueñan del lugar santo para realizar su espectáculo. Esto complementa el inicio de la cinta, en donde vemos a Colunga en los vestidores de un circo disfrazándose de payaso, y aparece como el anfitrión de un show donde el tema principal es su excéntrica figura.

Para quienes no conocen su obra, Colunga es un pintor y escultor de obras que parecen extraídas de las pesadillas de un niño. El documental deja en claro, sin embargo, que en realidad son producto de la inquietud y el amor que Colunga siente por la vida, la cual ha vivido de manera tan libre que su actitud raya en la insolencia, y no es una casualidad que su personaje favorito sea un payaso. Uno de los momentos más importantes de la cinta puede parecer también uno de los más irrelevantes: se trata de la animación dirigida por Rita Basulto, en donde se muestran personajes de la obra de Colunga, formando parte de un episodio de la vida del padre del artista, un ferrocarrilero que murió en un terrible accidente en donde el tren que conducía –el cual transportaba a un circo entero– se incendió, provocando la muerte de artistas y animales por igual. En otro, vemos a un grupo de ciegos que describe la obra escultórica de Colunga con miramiento, reparando en las emociones traducidas por medio del tacto.

Hay mucho que decir sobre el artista, y el documental de Domínguez intenta abarcarlo todo. Esto hace que hacia el final la película se sienta apresurada, y es una desgracia, pues justo en esta parte vemos el lado oscuro de Colunga: un hombre inflexible a la hora de presentar su trabajo ante el público, y quien exige a gritos el respeto de aquéllos que, sin que él se percate de ello, ya lo están ovacionando. Algunos de los entrevistados revelan con sus testimonios que en más de una ocasión, lidiar con Colunga ha sido algo difícil, pero hablan de esto como si se tratara de una de tantas facetas del artista; sin embargo, luego de que vemos su reacción ante los organizadores de algunas exposiciones en donde hubo algún problema técnico o un retraso, queda claro que éstos son más que simples arranques. En una conferencia de prensa, el mismo Colunga dijo que se asustó al verse filtrado a través del lente de la cámara, con su imagen reconstruida por personas que han llegado a convivir con él en algún punto de su vida. Sin duda, este hombre tiene demonios adentro, y por fortuna, pues sería imposible que sus obras –incluso las más hermosas– estuvieran inspiradas por ángeles.

 

 
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