Por Mariana Tinoco Rivera
Harry (Radcliffe), Ron (Grint) y Hermione (Watson) ya dejaron de ser niños, ahora son adolescentes, más experimentados y con una sexualidad rebosante, que ya dejaron atrás los partidos de quidditch, los hechizos primerizos y su adorada escuela, Hogwarts. La primera parte del final de la saga dirigida por David Yates nos muestra un lado hasta ahora desconocido de los protagonistas que a pesar de que sabíamos que llegaría en algún momento, los nuevos peligros, el aislamiento al que se enfrentan y el miedo a la muerte, no dejan de sorprender a los fanáticos que crecieron a la par de las películas o los libros de J.K. Rowling.
Los tres amigos emprenden una nueva y última misión con el fin de vencer a Voldemort (Fiennes), su enemigo más grande, que ha querido deshacerse de Potter desde el primer momento en que pisó Hogwarts. Para ganar la batalla final, primero deberán encontrar a los Horrocruxes, fragmentos del alma de Voldemort cuya destrucción será la clave para vencerlo. En su travesía descubren el símbolo de las Las reliquias de la muerte, una leyenda que les revela los elementos para conseguir la inmortalidad, el secreto del enemigo. Para los que no han leído los libros, visto todas las películas o que conocen a Harry por primera vez, al principio la cinta puede resultar confusa. Para entenderla se necesita conocer todos los acontecimientos anteriores y muchos términos mágicos. Pero la pregunta que mantendrá atentos a los espectadores es ¿logrará Voldemort matar a Harry Potter?
En el sexto libro, Dumbledore (Gambon), ex director de Hogwarts, fue asesinado por Snape (Rickman). La escuela de magia que educó y acogió a los tres protagonistas ya no es el mismo lugar sin el líder. Ahora es controlada por Voldemort y se convierte en un lugar oscuro en donde Harry Potter es el alumno más buscado. Es por eso que el protagonista debe mantenerse lejos de la escuela. Por primera vez vemos a los tres amigos encarar sus problemas fuera de Hogwarts, se adentran en el mundo de los muggles, recorren ciudades, campos, bosques y duermen en una casa de campaña, todo con el fin de encontrar a los Horrocruxes. La acción de la historia no comienza en Hogwarts, lo cual la hace mucho más emocionante al abrir paso a un sinfín de posiblidades, ya que Harry ya no cuenta con la protección que ese lugar le brindaba y ahora la inmensidad a la que se enfrenta lo hace ver más pequeño e indefenso que nunca.
Todo esto forma parte de la madurez de la historia que no solo se refleja en el cambio de locaciones, también en la mentalidad adolescente que es parte fundamental de la trama; el amor, los celos, la envidia, el odio y la lealtad forman parte de un melodrama que se intensifica por el aislamiento en el que se encuentran. Ron y Hermione dejaron de ser las sombras del protagonista. Cuando el peligro asecha, las decisiones suelen recaer sobre Harry por ser “el elegido”, pero por muy valiente que se vea, no lo puede todo y necesita de sus amigos para sobrevivir. De lo contrario, ya lo podríamos haber dado por muerto. Existen también conflictos entre el trío. Cuando Harry y Hermione parecen estar más cerca, Ron se pone a la defensiva con la idea de que ya no lo necesitan y decide abandonarlos temporalmente.
La nostalgia y el ansia que despierta saber que estamos viendo la penúltima parte de la historia es un incentivo para no perderse de un solo detalle. En esta película, Yates evade el lado amable de la magia y muestra una historia envuelta en pesadillas, tortura y muerte. Esta atmósfera oscura había sido ya anticipada en el filme dirigido por Alfonso Cuarón, Harry Potter y el prisionero de Azkaban (2004).
No cabe duda que visualmente la saga siempre ha sido atractiva, tanto por su diseño de arte, efectos especiales, movimientos de cámara y escenas que tienden a ser muy detallistas. En esta película toda esa calidad de elementos no se limita a un mundo mágico sino que mezcla locaciones como una cafetería, las calles de Londres, bosques, ríos y montañas con hechizos y personajes que estamos acostumbrados a ver dentro de cuatro paredes que envuelven un mundo fantástico. Definitivamente acertaron al abstenerse a filmar la película en tercera dimensión, no sólo habría distraído nuestra atención de los paisajes en los que nos adentra la historia, también de la trama o el terror por la que se identifica.
La guerra es declarada al fin y muchas dudas son resueltas en esta película pero aún faltan ciclos por cerrar. Para los fanáticos de los libros que ya conocen el desenlace, sin duda les será interesante ver cómo los personajes cobran vida en la pantalla por penúltima vez, pero la falta de detalles del libro podría decepcionarlos ya que es raro que la imaginación de Rowling se refleje tal cual en el cine. No cabe duda que el director nos deja ansiosos por saber cómo se ve el final de la saga más exitosa de la última década para el que tendremos que esperar hasta el próximo año.