‘Nana’ es el termino coloquial –ya que el políticamente correcto es ‘asesoras del hogar’- que en Chile se utiliza para describir a las mujeres que trabajan en el aseo y cuidado de los niños en las casas. Menos despectivo que el ‘muchacha’ mexicano, pero ciertamente igual de impersonal.
El tema del servicio doméstico es algo con el que todo latinoamericano puede identificarse, pero La nana (2009) nació de la convicción del director por contar una historia biográfica, sobre la mujer que trabajaba en su casa y, sin querer, desató una revolución política y cinematográfica.
Raquel es una empleada doméstica que ha trabajado y vivido 20 años con la misma familia. A pesar de la relación de años, ésta dista de ser estrecha. Ella se ve amargada y descontenta. Ante esto, la dueña de la casa decide contratar ayuda para Raquel, pero ella siente amenazado su territorio y comienza una guerra por mantener su lugar en esa casa.
La película de bajo presupuesto fue hecha en quince días y utilizó como locación la casa de infancia del director Sebastián Silva. Al retratar la extraña relación patrón-empleado que suele ocurrir en Latinoamérica, donde se puede permitir a alguien vivir en nuestras casas, tratarlo día a día y aún así ser completamente ajenos a su realidad, llamó la atención no sólo en la escena internacional, haciendo mucho ruido en festivales como Sundance y cosechando más de 40 premios, sino también en la de su país de origen. Una de sus más grandes repecurciones, ante la situación desventajosa de las empleadas domésticas en Chile, fue los cambios políticos que gatilló.
Sueldo mínimo, días festivos, contratos y jubilación, fueron temas que tuvieron que ser considerados por los legisladores una vez que las mujeres dedicadas a esta empresa acogieron la película como su bandera de lucha. Las cuestiones se están resolviendo poco a poco en el país. Además, el nivel de empatía que estas mujeres desarrolló hacia la cinta (incluso hubo marchas en las calles de Santiago cuando no la nominaron a los premios Oscar como Mejor Película Extranjera) sorprendió.
A pesar de haber sido de realización rápida y sin ostentar un gran despliegue técnico, la fuerza de la película recae en la historia y sus actuaciones, las que desarrolla maravillosamente; de tal manera que mientras estamos en la sala no caemos en cuenta de los cabos sueltos que deja en cuanto a las razones de la mala relación de Raquel con la hija mayor de la casa, o la falta de comunicación y distancia con su familia. Eso es lo que atrapa, tanto a las mujeres que se vieron reflejadas en la pantalla, como a nosotros.