Por José Antonio Quiñones
Dirigida por Paul Haggis, famoso guionista de títulos como Million Dollar Baby (Clint Eastwood, 2004) y Alto impacto (2004), Los próximos tres días (2010) narra el vaivén emocional y físico de John Brennan (Crowe) en su intento por liberar a su esposa Lara (Banks) de la cárcel, acusada del asesinato de su ex jefa.
La justicia no está actuando a favor de esta mujer por lo que es muy probable que pase el resto de su vida encerrada, y es que su caso es bastante complicado; la culpabilidad de Lara está basada en la declaración de un testigo que la vio salir de la escena del crimen minutos después de los hechos, sus huellas se encontraron en el arma homicida y, además, el día en que fue detenida llevaba en sus manos una gabardina manchada con la sangre de la víctima. Es decir, no hay ningún elemento que demuestre su inocencia y lo peor es que la condena que le espera no será menor a 20 años en prisión.
Es así como John, maestro de profesión y ansioso porque su vida vuelva a la normalidad, decide convertirse en mercenario y actuar en contra del sistema por lo que es justo, es decir, por la inocencia de su esposa, de la cual él está convencido, y por su hijo Luke (Simpkins), que cada vez está más triste por la ausencia de su progenitora.
Una persona en el momento y lugar equivocados es la idea central de esta película, que muestra cómo cuando el destino decide pisotearte, no hay forma que pueda enmendar el camino a tu favor. La respuesta natural en cualquier persona sería o quedarse sentado esperando a que un milagro suceda o, como en el caso de John, hacer algo al respecto. Desde consular en Youtube videos instructivos de cómo fabricar una llave maestra o la posibilidad de abrir un auto utilizando una pelota de tenis, hasta encontrarse con Damon Pennington (Nesson), un ex convicto famoso por haber escrito en un libro sobre las seis veces que escapó de prisión.
No podemos negar que la película cumple, tiene una realización de primer nivel, con buenos actores y un director consagrado; la cuestión es que el rol ñoño de maestro de literatura no va con el gladiador que es Russell Crowe. Es cierto que su porte de figura de acción sí concuerda con el hecho de que el personaje de John Brennan tiene que correr, saltar y pelear contra decenas de policías en una prisión infestada de estos, pero, ¿no hubiera sido más interesante que estos mismos retos hubieran sido realizados por un hombre de mediano porte, alguien normal que en una situación así tuviera que sacar la fuerza y el coraje desde lo más profundo del corazón y no desde los bíceps de gimnasio?
Otro desacierto es lo predecible de la narrativa. Y no es por querer soltar algún spoiler que melle el interés de las fans de Russell Crowe –o los de la guapa Elizabeth Banks–, el punto es que si se lee la sinopsis de Los próximos tres días, la pregunta en la cabeza del espectador al llegar a la sala de cine es “¿lo logrará?, ¿logrará John sacar a su esposa de la cárcel?”, la respuesta es inminente, siempre ha estado ahí, porque Paul Haggis –director y guionista – optó por el vil melodrama en donde todo vuelve, sino a la normalidad, por lo menos sí al felices y contentos.
Entonces la pregunta a continuación sería ¿qué pasaría si el protagonista de cualquier melodrama no logra su cometido?, ¿qué pasaría si en esa lucha entre el hombre y el destino este último saliera victorioso? No sé. Y no es que dar respuesta a las preguntas anteriores deba ser una exigencia para cintas de tipo comercial, cuando su cometido es entretener, hacer del cine una actividad recreativa de fin de semana y nada más. Para quien sí debiera ser una exigencia es para un escritor de la talla de Paul Haggins. Si hay algo de especial en las películas escritas por él, es eso, que él las escribió y que por ende resultará interesante lo propuesto en pantalla –o por lo menos en el guión– . En Los próximos tres días no existe, son sólo esbozos que terminan siendo de ésta, una de esas para ver en domingo.