Si cualquiera de nosotros tuviera todo el poder necesario para salvar al mundo y, por lo tanto, representáramos su única esperanza, probablemente no dudaríamos en actuar. Si, por otro lado, nuestro poder fuera insuficiente, y el máximo esfuerzo fuera tan solo una contribución a la empresa, ¿nos costaría mucho participar? El lema favorito de los superhéroes de hoy en día es “yo trabajo solo”, y esto es lo más lógico si tomamos en cuenta que nos hemos convertido en un público que goza de los personajes rebeldes (y un tanto ególatras) como Wolverine, Hellboy y Batman. Juntar a este tipo de personajes en una película suena peligroso: sería como encerrar a los protagonistas de las películas deQuentin Tarantino en un cuarto repleto de pistolas. Pero la realidad es que siempre termina por crearse una armonía forzada que –la mayoría de las veces– le resta importancia a los integrantes del equipo. En este sentido, hay que reconocer a Joss Whedon, quien se las arregló para reunir en Los vengadores a una gran gama de personajes y convenciones del género de superhéroes, y los moldeó para lograr una película que funciona de manera efectiva a base de fórmulas.
La historia comienza de manera sorprendente, no tanto por el arranque intempestivo de la secuencia inicial (llena de efectos visuales, para no perder tiempo), sino porque al fin vemos en acción al personaje de Samuel L. Jackson, Nick Fury, en vez de escuchar simplemente cómo se presenta con la gente (como hizo en todos sus cameos de las películas del universo cinemático de Marvel). Jackson es un actor que actúa de manera similar en todos sus filmes, pero pocos nos podríamos cansar del personaje cínico de sonrisa perturbadora que ha llegado a construir. La otra gran sorpresa es el personaje de Tom Hiddleston, Loki: un dios de otro mundo que creció a la sombra de Thor (Hemsworth) y que, para calmar su berrinche, pretende esclavizar a los humanos. La última vez que lo vimos en pantalla –en Thor (2011)–, Hiddleston encarnó a uno de los villanos más patéticos e intrascendentes de la historia del cine, y fue un alivio verlo caer en un abismo al final de la película. Aquéllos que tengan la misma opinión sobre el personaje de Hiddleston se sorprenderán de escuchar que Loki es uno de los puntos fuertes de Los vengadores.
La película retoma los elementos mediocremente presentados en los proyectos que Marvel nos ha traído en los últimos años, y en ocasiones se siente como una disculpa por todos ellos –aunque quizás podríamos excluir a Iron Man (2008) de este comentario–. Whedon se vale de aquello que fue relevante en las películas de Iron Man, The Incredible Hulk (2008),Iron Man 2 (2010), Thor (2011), y Capitán América (2011), y se deshace de todos sus adornos contraproducentes para unirlos en un relato de acción tan virtuoso que es difícil pensar que éste sea el mismo universo Marvel de aquellos desafortunados filmes. El conflicto podría parecer insignificante para quienes no están al tanto de los orígenes de estos superhéroes en sus respectivas películas; la realidad es que en verdad no es importante. Solo hay que mencionar que un objeto poderoso ha caído en manos de un hombre (o extraterrestre) muy malo, y alguien debe detenerlo. Si el objeto se llama Tesseract, Chispa Suprema o MacGuffin, es irrelevante.
Whedon tomó la sabia decisión de concentrarse en hacer una cinta de acción en la que no están presentes muchos de los elementos que abundan estorbosamente en las películas de superhéroes, de manera que –por mencionar un ejemplo– los innecesarios conflictos amorosos son casi inexistentes en la película. La excepción es el creciente amorío entre Tony Stark y Pepper Potts (Paltrow), cuya relación funciona de manera auténtica, no solo porque Iron Man tiene el beneficio de contar con dos secuelas en las que este tema se ha podido desarrollar libremente, sino porque Paltrow y Downey Jr. han logrado crear una buena química en pantalla. De ahí en fuera, Capitán América (Evans) se concentra en cumplir su misión como cualquier soldado; Thor (Hemsworth), en detener (y reprender) a su problemático hermanastro; Stark, en salvar el día a su manera; la Viuda Negra (Johansson), en pelear al lado de hombres, como si fuera un hombre; y Hulk (Ruffalo) ,como ordena el Capitán, se concentra en aplastar. Todos tienen capacidades distintas y un papel designado, pero es innegable que un gran peso cae sobre Tony Stark, quien es lo suficientemente arrogante como para pensar que debajo de la armadura hay un hombre común y corriente. Robert Downey Jr. hace que la película fluya sin que la tomemos demasiado en serio y, al mismo tiempo, sin que dejemos de prestarle atención. Los vengadores le pertenecería por completo si no fuera porque, ya avanzada la trama, Hulk hace su aparición y se roba el crédito en todas las escenas donde aparece en pantalla.
Mark Ruffalo es el único actor que debuta como superhéroe en esta cinta (su personaje le perteneció a Edward Nortonen The Incredible Hulk), y parece cómodo con el gigante verde. Hulk es uno de los superhéroes (o villano, o monstruo) más difíciles de interpretar, no solo por el trabajo técnico que implica crear a un monstruo verde de tres metros, sino porque el personaje requiere cierta profunidad psicológica difícil de abordar. La mayoría de los actores y escritores que ha trabajado con Hulk, han cometido el error de obviar la complejidad del personaje, pero Ruffalo lo hace de manera sutil. El titán tarda mucho tiempo en aparecer, y Whedon establece cierto suspenso alrededor del personaje de Bruce Banner, quien al parecer ya es inmune a cualquier tipo de provocación. Ruffalo logra conferir una gran personalidad al aburrido humano detrás de Hulk, y todo lo resume con una línea clave en un momento climático. “Debes enojarte”, le dicen sus compañeros para que se transforme en el monstruo, a lo que él responde con una voz pasiva y llena de desesperanza: “siempre estoy enojado”.
Los vengadores es una cinta que no le teme a los clichés –los peores enemigos de las películas de acción–; su perfil es radicalmente diferente a lo que vemos en las cintas de Batman de Christopher Nolan, quien se ha posicionado como el cineasta predilecto de los fans del cómic. Es una sorpresa agradable ver que el estilo de Nolan no debe ser la regla, y que incluso hay espacio para proyectos de calidad con tonos distintos. Hay una escena en donde Nick Fury se da cuenta que el plan de Loki para vencer es en verdad demasiado simple: dividir a los héroes. Quizás sea éste el mismo error que ha cometido Marvel con sus personajes; después de Los vengadores, es posible que nadie quiera ver a los héroes por separado.