Los malos se divierten más, y es por eso que los niños discuten por escoger quién será el perseguido cuando juegan a Policías y Ladrones. Jugar al villano implica una especie de libertad que los chicos buenos nunca podrán gozar, pues para eso tendrían que romper las reglas. Los personajes de ¡Piratas! Una loca aventura se esfuerzan en verdad por romper las reglas: son una banda de ladrones ruidosos, incultos, glotones y borrachos. El encanto de la película es que los personajes parecen niños que juegan con mucha convicción a ser piratas. “¡Nos reímos del peligro!”, dice con seguridad el Capitán, a lo que uno de sus bucaneros contesta con timidez “a mí no me gusta el peligro”. Pocas personas saben cómo eran en realidad los piratas de hace unos siglos, o incluso los de ahora, pero a nadie le importa; son los personajes ideales para una historia de aventuras.
Dirigida por Peter Lord y Jeff Newitt, ¡Piratas! nos muestra la travesía de un barco comandado por el capitán Pirata (Grant), cuya ambición más grande es ganar el premio del Pirata del Año (una especie de galardón parecido al de Miss Universo, donde se premia a la persona más estereotipada). Sus rivales, el deslumbrante Black Bellamy (Jeremy Piven) y la feroz Cutlass Liz (Salma Hayek), son el tipo de piratas despiadados y crueles que parecen comer pólvora y doblones de oro en el desayuno. El capitán Pirata es todo lo contrario.
Sólo para darnos una lección sobre la naturaleza de sus bucaneros, la película comienza con una discusión sobre qué es lo mejor de ser un bandido del mar. La respuesta, según el capitán Pirata, es el banquete que ellos conocen como la Noche del Jamón. El Capitán se esfuerza por parecer rudo durante toda la película, sin darse cuenta que su naturaleza se inclina hacia la decencia y pulcritud. Incluso su atuendo es refinado y galante, a la manera de Dustin Hoffman como el capitán Garfio en Hook (1991). La diferencia con el enemigo de Peter Pan, sin embargo, es que Pirata sólo ansía un poco de reconocimiento, y para conseguirlo es capaz de hacer cosas que provocarían el repudio de cualquier pirata que no formara parte de su candorosa y fiel tripulación (conformada por una joven con barba postiza, un muchacho pálido y enclenque que ama al falso perico del Capitán, e incluso un pez disfrazado de hombre, por mencionar algunos). El problema del recurrente fracaso del Capitán no es sólo su falta de agresividad, sino el constante elogio y la fe de sus marineros.
La película está basada en la primera parte de la serie de cuentos escritos por Gideon Defoe, titulada Pirates! In an Adventure with Scientists (¡Piratas! Una aventura con científicos). En esta primera aventura, los torpes bucaneros se ven envueltos en el mundo de la ciencia luego de que el capitán Pirata ataca un barco donde se encuentra el joven Charles Darwin, quien ansía aportar algún descubrimiento importante a la ciencia, o, por lo menos, volverse famoso para tener novia. La ambición del biólogo se enciende al ver que la mascota del capitán Pirata es nada menos que un dodó (una especie que se extinguió luego de que el hombre descubriera el hogar del ave, la isla de Mauricio). El ingenuo Capitán se deja llevar por la promesa de fama y riquezas, por lo que decide ir a Inglaterra a triunfar en el campo de la ciencia en vez de seguir fracasando como pirata. Para su fortuna (¿o desgracia?), sus marineros evitan que abandone por completo su vocación de pirata y se mantienen a su lado, sin importar que esto implique disfrazarse de científicos o de chicas exploradoras. ¿Los piratas de verdad son así de leales? Quizás no, y es una virtud que la cinta exagere este tipo de cosas por el bien de la comedia.
También es una virtud la manera en que Defoe simplifica la figura de personajes históricos como Darwin, Jane Austen yla Reina Victoria: un joven científico que es torpe en la misma medida que es tímido; una escritora rebelde y fiestera, y una reina absurdamente caprichosa y cruel. Son estereotipos tan válidos como los que existen sobre los piratas, y su efectividad se debe en gran parte a la técnica predilecta de los Estudios Aardman (Pollitos en fuga, 2000; Wallace & Gromit, 2005): el stop-motion. La película utiliza la animación cuadro por cuadro y la mezcla con técnicas digitales de manera que, mientras los rostros de personajes como el de la recatada Reina se reducen a un par de expresiones, los efectos por computadora se encargan de construir escenarios que serían imposibles de recrear únicamente con arcilla. Muchas personas ya se han acostumbrado a la animación de las películas de los estudios Blue Sky, Dreamworks y Pixar, que presentan imágenes tan nítidas y detalladas que hacen que la realidad parezca menos impresionante, pero es bueno saber que el stop-motion y la caricatura aún mantienen su lugar en el cine.
Una de las ventajas del stop-motion en películas como ésta es que hay imágenes explícitas que no resultan tan salvajes. La película tiene clasificación PG, lo que significa que los niños la pueden ver acompañados de sus padres. Quizás esto se deba a que varios personajes mueren atravesados por espadas, por ejemplo, o a una escena en donde se le cae el brazo a un leproso. Esta escena provocó la ira de la asociación inglesa Lepra Health In Action (LHA), quienes exigieron a los productores que la quitaran de la película. Como resultado, los diálogos cambiaron, pero la escena permaneció intacta. Esto suena absurdo si tomamos en cuenta que el personaje con la voz de Salma Hayek, Cutlass Liz, siempre está matando a quien se encuentra junto a ella. Si este tipo de escenas las viéramos en el universo de Pixar o Blue Sky, seguramente el efecto no sería tan cómico; con el stop-motion, sin embargo, siempre estamos conscientes hasta cierto grado de que todo lo que hay en pantalla es un montón de arcilla.
¡Piratas! es una de esas rarezas afortunadas para los padres de familia; en vez de aludir al humor simple de los niños, construye ingeniosamente una historia que no siempre avanza de forma tradicional. Muy a la manera de un western, las aventuras de los piratas parecen nunca tener fin, y es casi seguro esperar una secuela si tomamos en cuenta que Defoe se encuentra escribiendo más capítulos de esta serie. Con suerte, en el futuro veremos las adaptaciones cinematográficas de los enfrentamientos de los piratas con las ballenas, Napoleón, el comunismo y (lo más intrigante) con los poetas románticos de Inglaterra.