Reseña, crítica Respira - ENFILME.COM
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FICHA TÉCNICA
Respire
Respira
 
Francia
2014
 
Director:
Mélanie Laurent
 
Con:
Joséphine Japy, Lou de Laâge, Isabelle Carré
 
Guión:
Mélanie Laurent, Anne-Sophie Brasme, Julien Lambroschini
 
Fotografía:
Arnaud Potier
 
Edición:
Guerric Catala
 
Música
Marc Chouarain
 
Duración:
91 min.
 

 
Respira
Publicado el 10 - Jul - 2015
 
 

  • Reseña: La película es la segunda incursión de Laurent, actriz y cantante, en la dirección, después de Les adoptes (2011). Su nueva historia se imbuye en un drama psicológico que desprende ternura desde la primera mitad del arco narrativo, pero que en la segunda parte ironiza con su título y nos sumerge poco a poco en una atmósfera asfixiante acentuada por una tensión in crescendo.  - ENFILME.COM
 

Respira (Respire, 2014) de Mélanie Laurent podría definirse como la génesis de una amistad que parece inquebrantable y que a la larga bosqueja un camino de destrucción y dependencia emocional. Una relación protagonizada por dos adolescentes francesas de 17 años, Charlie (Joséphine Japy) y Sarah (Lou de Laâge). La película es la segunda incursión de Laurent, actriz y cantante, en la dirección, después de Les adoptes (2011). Su nueva historia se imbuye en un drama psicológico que desprende ternura desde la primera mitad del arco narrativo, pero que en la segunda parte ironiza con su título y nos sumerge poco a poco en una atmósfera asfixiante acentuada por una tensión in crescendo.

Basada en la novela homónima de la escritora francesa, Anne-Sophie Brasme, Respira sigue la naciente amistad entre las jovencitas, quienes se conocen en una escuela secundaria de los suburbios de París. Charlie, responsable y estudiosa, asmática y de personalidad insegura, retraída y dependiente, hija de una madre sumisa y un padre maltratador, conoce a Sarah cuando ésta ingresa al instituto donde estudia y casi de manera inmediata comienzan una estrecha relación afectuosa con acento en las manías adolescentes.

Charlie se siente atraída por la bella, misteriosa, encantadora y desenfadada Sarah, repleta de anécdotas que llaman la atención de la gente a su alrededor, materialización de todo lo que desea ser. Aunque distintas, las jóvenes comparten el tiempo libre, los juegos, las fiestas, las vacaciones, el maquillaje y la ropa. Inicialmente, Sarah se presenta como la hija de una mujer que trabaja como voluntaria en una ONG, que tuvo que vivir a causa de ello cuatro años en Nigeria, y que está de regreso en Francia para terminar sus estudios. Sarah es amable y afable, conversadora y de mente abierta. Por lo que Charlie comienza a idolatrar a su aventurera y parlanchina compañera. Pero el espejismo de amistad idílica da un violento vuelco a raíz de un desafortunado suceso cuando pasan unos días de descanso en el campo, junto a la familia de Charlie.

Con la misma facilidad que Sarah acogió a Charlie, empieza a mostrar una serie de rechazos y humillaciones repentinas, como señal de que algo no está bien entre las dos. La distancia aumenta cuando regresan a la escuela y, para evidenciar la diferencia, Sarah corta cualquier trato con Charlie y expone el lado más frágil de su examiga al contarle a sus nuevas amistades sus confidencias. La debilidad del carácter de Charlie es una herramienta para que Sarah se sienta mejor con su propia miseria. No es capaz de romper la situación por más que sea evidente el deterioro social y anímico al que va empujando a la antes su mejor amiga hasta convertirla en una extraña con nula autoestima. El juego de chantaje utilizado por Sarah se vuelve retorcido hasta la náusea y el ahogamiento. Charlie comienza a mostrar signos de cansancio y depresión, mientras que Sarah, adopta un tono más cínico y manipulador. Ante el más mínimo gesto de atención de Sarah, Charlie parece recobrar la alegría por vivir, aunque lo pierde ante el desdén que infiere la chica popular.

Una característica del personaje de Charlie es su capacidad autodestructiva. Tolerar cualquier vejación sin reaccionar ni buscar justicia es prueba de que, en el fondo, la joven está sumergida en un vórtice de culpabilidad; lo suyo es la flagelación por silencio. Laurent habla entonces de un sentimiento con el que no es fácil lidiar: la dependencia emocional.

En Respira, la cineasta ofrece también una visión diferente del tema de la amistad entre mujeres. El retrato en conjunto incluye a la figura materna. Tanto una (Charlie) como la otra (Sarah) son el fiel reflejo de sus madres respondiendo a sus problemas desde la evasión y el abuso de los demás o desde la resignación que implica un cariño que se puede volver tóxico. La progenitora de Charlie es incapaz de ponerle fin a su matrimonio a pesar de las constantes infidelidades de su pareja. Sarah se pone a la defensiva cuando su amiga conoce su verdadera situación familiar, una actitud que se transforma en acoso. En ese sentido la película es también un estudio de cómo la relación con los padres puede, o no, influir en el comportamiento de los hijos. Las circunstancias de Charlie y Sarah permiten al espectador empatizar con ambas y comprender que sus comportamientos no están lejos de lo que han visto o vivido en sus respectivos hogares.

Laurent busca captar la vida cotidiana de las dos adolescentes, su vida en la escuela, sus problemas familiares, sus preocupaciones, sus intereses, sus gustos y formas de vestir, creando un universo narrativo verosímil. La vestimenta sirve de inmediato para rastrear las diferencias iniciales entre las dos protagonistas: Charlie suele llevar el pelo recogido, suéteres grises y pantalones de mezclilla, mientras que Sarah prefiere los tonos cálidos, blusas transparentes, shorts, medias y usa el cabello suelto. Sarah representa a una chica audaz y experimentada a pesar de su edad.

En el trabajo de las actrices reside gran parte de la efectividad de la propuesta. Ambas crean dos personajes que a lo largo de la historia se van transformando física y mentalmente, después de haber compartido una amistad que parecía genuina. Joséphine Japy logra que el espectador se sienta irremediablemente impotente por todo su sufrimiento presentado en pantalla. Lou de Laâge, la verdugo de la chica, ofrece un trabajo natural y fresco, revelando cuánta monstruosidad puede esconderse bajo la apariencia de una simple adolescente. La directora no trata de forzar los momentos de exasperación entre las protagonistas. Mantiene el filme en una atmósfera contenida, sobre todo en el último tercio de la película cuando la tensión entre Charlie y Sarah se incrementa hasta un punto en el que tememos lo que pueda salir de esa confrontación final.

La cámara de Laurent pretende ser una ventana para que el espectador observe. Filma  a partir del recurso del primer plano, con incómoda cercanía, la intimidad de sus bellas y disímiles protagonistas: sus rostros, sus cuerpos, sus manos. La que parecía una película sobre dos simples adolescentes, Mélanie la convierte en un relato complejo y aterrador que escapa a cualquier posible clasificación. La conexión entre la pareja protagonista es palpable, y las elipsis del tramo final, lejos de dejarnos el argumento digerido, conllevan a que juntemos los fragmentos de la historia en pos de la verdad definitiva. 

 
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