Reseña, crítica Saving Mr. Banks - ENFILME.COM
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FICHA TÉCNICA
El sueño de Walt
Saving Mr. Banks
 
EE.UU., Reino Unido, Australia
2013
 
Director:
John Lee Hancock
 
Con:
Emma Thompson, Tom Hanks, Colin Farrell
 
Guión:
Kelly Marcel, Sue Smith
 
Fotografía:
John Schwartzman
 
Edición:
Mark Livolsi
 
Música
Thomas Newman
 
Duración:
125 min.
 

 
Saving Mr. Banks
Publicado el 28 - Feb - 2014
 
 
  • Aquella niñera mágica, interpretada en la versión fílmica de Disney por Julie Andrews, es el motivo de discusión en Saving Mr. Banks (2013). Dirigida por John Lee Hancock, la película es una especie de ?detrás de cámaras? de la cinta de 1964. Aunque, más que centrarse en el proceso de elaboración artística, prefiere retomar las anécdotas que vincularon al productor, Walt Disney con Pamela Lyndon Travers, autora de Mary Poppins.  - ENFILME.COM
  • Aquella niñera mágica, interpretada en la versión fílmica de Disney por Julie Andrews, es el motivo de discusión en Saving Mr. Banks (2013). Dirigida por John Lee Hancock, la película es una especie de ?detrás de cámaras? de la cinta de 1964. Aunque, más que centrarse en el proceso de elaboración artística, prefiere retomar las anécdotas que vincularon al productor, Walt Disney con Pamela Lyndon Travers, autora de Mary Poppins.  - ENFILME.COM
  • Aquella niñera mágica, interpretada en la versión fílmica de Disney por Julie Andrews, es el motivo de discusión en Saving Mr. Banks (2013). Dirigida por John Lee Hancock, la película es una especie de ?detrás de cámaras? de la cinta de 1964. Aunque, más que centrarse en el proceso de elaboración artística, prefiere retomar las anécdotas que vincularon al productor, Walt Disney con Pamela Lyndon Travers, autora de Mary Poppins.  - ENFILME.COM
 
por Luis Fernando Galván

Por Luis Fernando Galván (@luisfer_crimi)

Un cielo azul, cándido, resplandeciente y placentero es acompañado de un solo de piano en la secuencia inicial del filme. La cámara se desplaza hacia abajo hasta encontrar a la pequeña Ginty (Annie Rose Buckley) que, sentada en el pasto con los brazos cruzados, el rostro hacia arriba y los ojos cerrados, dibuja una dulce sonrisa transmitiendo la sensación de traer a la memoria un placentero recuerdo. La imagen y la música, sumamente melindrosas,  resultan también evocadoras, su conjunción funciona como una especie de reminiscencia, y antes de que una voz en off recite “Viento del este y niebla gris anuncian que viene lo que ha de venir. No me imagino qué sucederá, más lo que ahora suceda, ya antes sucedió”, aparece –no en pantalla, sino en la memoria de un gran número de espectadores– una mujer vestida con un obscuro saco, una amplia falda y con sombrilla en mano, descendiendo de las nubes: Mary Poppins.

Aquella niñera mágica, interpretada en la versión fílmica de Disney por Julie Andrews, es el motivo de discusión en Saving Mr. Banks (2013). Dirigida por John Lee Hancock (The Blind Side, 2009), la película es una especie de “detrás de cámaras” de la cinta de 1964. Aunque, más que centrarse en el proceso de elaboración artística, prefiere retomar las anécdotas que vincularon al productor, Walt Disney (Tom Hanks), con Pamela Lyndon Travers (Emma Thompson), autora de Mary Poppins –serie de ocho libros, cuyo primer tomo fue publicado en 1934 y narra la llegada de una niñera mágica al número 17 de Cherry Tree Lane, en Londres, donde vive la familia Banks–, así como las diferencias y dificultades que tuvieron durante el tiempo que trabajaron juntos. Producido por Disney, el filme es el primero en mostrar en la historia del cine –como personaje de ficción en un largometraje– a Walt, que fundó junto a su hermano Roy la compañía que hoy se conoce como The Walt Disney Company. La corporación, que en sus inicios fue sólo una productora de animación, rápidamente extendió su poderío hasta convertirse en uno de los estudios más lucrativos de Hollywood expandiendo su imperio hacia el área del entretenimiento y, además de sus populares creaciones como Mickey Mouse, diseñó el más atractivo parque de diversiones, Disneyland.   Aunado a ello, el estreno de este filme es una celebración temprana para conmemorar el 50 aniversario del popular musical, Mary Poppins.

Escrito por Kelly Marcel y Sue Smith, el guión está construido con la intención de narrar dos historias separadas temporal y espacialmente. Por una parte, vemos a la pequeña Ginty y la relación con su familia en un poblado australiano en 1906, y, por otro lado, a Pamela, quien viajó a California y permaneció varios días en Hollywood a principios de la década de los sesenta cuando, después de una serie de dificultades económicas y la disminución en las ventas de sus libros, aceptó reunirse con Walt, quien durante veinte años le había insistido que aceptara su propuesta de adaptar su novela al cine. El director emplea el montaje paralelo y los flashbacks para, en más de una ocasión, hacer converger ambas historias. La insistencia en ello se refleja evidenciando las mismas poses que adoptan Ginty y Pamela, así como las acciones similares que realizan; mientras una viaja en avión, de inmediato se muestra cómo la otra lo hace en tren; la mujer mayor se sienta en el pasto, la niña también. La obstinación y reincidencia son explotadas a lo largo del filme y, rápidamente como espectadores, nos percatamos que Ginty y Pamela son una misma, y que la cinta no sólo indaga sobre la creación del filme Mary Poppins, sino también sobre el origen y la conceptualización del personaje durante la niñez de la escritora.

La reiteración parece ser el recurso predilecto del director; J.L. Hancock opta por mostrar y relatar una serie de contrastes a lo largo del filme. El rezongón y malhumorado carácter de Travers entra en una riña constante con la risueña actitud y optimismo de su chofer, Ralph (Paul Giamatti). En cada uno de los trayectos, Ralph habla constantemente del clima y la felicidad que le produce la salida del sol; Pamela prefiere la lluvia. No sólo en los diálogos se exterioriza la oposición de los elementos opuestos, sino que la dirección de la fotografía de John Schwartzman (Pearl Harbor, 2001) exhibe los contrastes en las tonalidades de las imágenes; el idilio de Ginty es filmado, siempre, en paisajes relucientes que enfatizan la gama de colores cálidos para su composición; la atmósfera de pesadilla e insatisfacción de Pamela se ejecuta durante la noche, cuando la mujer está encerrada en su habitación recordando los espectros del pasado.

Otro enfrentamiento es la endurecida postura que adopta Pamela en comparación con la soltura de Walt. Emma Thompson mantiene su rostro, pies y manos rígidos y siempre lo más cercanos al cuerpo, nunca se extienden, y evita, a toda costa, el roce con el otro. Por su parte, un “elástico”, carismático y desenvuelto Tom Hanks representa al exitoso productor que mantiene un contacto muy cercano con sus colaboradores y, aunque rara vez firma un autógrafo –opta por entregar tarjetas de presentación–, mantiene una postura holgada y dispuesta a estrechar cordialmente la mano u otorgar un afectuoso abrazo. Walt es incapaz de esconder la alegría que le produce ver a Travers en su despacho, pero para ella, lo único importante es trabajar, bajo sus estrictas condiciones en la adaptación de su libro, incluso, sin cederle los derechos, pues de esta manera Walt se ve “obligado” a cumplir los caprichos de la autora, que no desea ver a su personaje convertido en un tonto y ridículo dibujo animado. Walt le explica las razones de su insistencia y la importancia personal de hacer el filme; le prometió a sus hijas –enamoradas del libro– que trasladaría a su personaje favorito de las hojas de papel a la pantalla grande.  

Luego de conocer a su equipo de trabajo integrado por el guionista Don DaGradi (Bradley Whitford), y los compositores Robert Sherman (B.J. Novak) y Richard Sherman (Jason Schwartzman), la escritora, de inmediato, establece sus intenciones sobre la adaptación de la obra: no será un musical y tampoco será un filme de animación. De manera intransigente, Travers revisa el primer tratamiento del guión, puntualiza cada detalle y modifica aquello que no le agrada, por ejemplo, los nombres de algunos personajes y las acotaciones del texto. Considera al actor, Dick Van Dyke, incompetente para el papel de Bert, el limpia-chimeneas. En cuanto a la dirección de arte, solicita que la fachada de la casa de los Banks no sea ostentosa, pues se trata de una familia de clase media y no de una perteneciente a la opulenta aristocracia británica. Respecto a la música, la autora desprecia el trabajo de los hermanos Sherman; canciones como Chim Chim Cher-ee y Supercalifragilisticexpialidocius, que posteriormente se volverían populares, coreadas e interpretadas por varias generaciones, le parecen absurdas e “infernales” a Pamela.

El señor Banks (interpretado por David Tomlinson en el filme de 1964) es un banquero con rostro firme y bigote que, preocupado en demasía por el trabajo, la disciplina y el orden, paulatinamente se aleja de sus hijos. El rasgo físico del personaje es un pequeño detalle que se vuelve el nudo primordial de la discusión entre Travers y Disney. La autora recuerda cómo su padre, el señor Goff, se afeitaba para besar suavemente su mejilla. El productor, por su parte, desea que Banks tenga bigote para que aluda a su padre, Elías Disney. El guión construye, no sólo dos capas narrativas referentes a Mary Poppins que se conjugan a lo largo de Saving Mr. Banks –la elaboración del filme (el proceso artístico que implica la realización de una película) y la conceptualización del personaje (la historia real que inspira la creación de un personaje ficticio)– sino que la figura del padre sufre un desdoblamiento para ser abordado desde la presencia/ausencia de cuatro entes: Goff (padre de Pamela), Banks (el personaje literario), Elías (padre de Walt), Walt Disney (el padre de dos hijas) y Banks (el personaje cinematográfico). El constante ir y venir –mediante el montaje paralelo y los flashbacks– es una agitada e inquieta evocación del pasado que no le permite a Pamela disfrutar aquello que de niña sí le brindaba regocijo, como un día soleado. Incluso, existen vestigios de una culpa –malinterpretada por ella misma y que la ha acompañado a lo largo de los años– de la que no puede desprenderse y que la involucra, o al menos eso siente, con la muerte de su padre. Walt dispone de todos sus medios, incluyendo su cordialidad y el dinero, para cumplir la promesa que le hizo a sus hijas y para consumar, de algún modo, su ideal de la familia perfecta. De niño, y al lado de su hermano Roy, Walt tenía que repartir periódicos durante los intensos inviernos en Kansas City; a pesar del cariño de su madre, la cruel y severa actitud de su padre lo motivó a crear un universo para complacer a los niños y hacerlos sentir queridos.

Se alude constantemente a la figura de Mary Poppins –una institutriz inspirada en Helen, tía de Pamela, que con sombrilla y maleta de viaje la visitaba constantemente cuando era niña para cuidarla–, pero es el deseo de rendirle tributo a la figura paterna lo que genera la convergencia de las intenciones de ambos para finalmente colaborar en el proyecto. Travers canaliza su culpa; Disney, su dolor respecto a su niñez. Y el producto final, Banks, sirve como expiación y alivio para eximir los fantasmas y tropiezos del pasado, y para satisfacer las esperanzas e ilusiones del presente. No obstante, Saving Mr. Banks no aborda el fracaso de P.L. Travers como actriz, de sus fantasías de ser niñera adoptando a un gemelo sin importarle separarlo de su hermano, de las mentiras y crueles ilusiones que fabricó para ocultarle su origen al hijo adoptivo, y tampoco el enojo que le causó ver secuencias animadas en el filme, por lo que decidió nunca colaborar nuevamente con Disney, a pesar del interés del productor de llevar a la pantalla otros libros de la autora. El filme se inclina por relatar sólo aquellos fragmentos de la vida de Travers que permiten estructurar una historia complaciente y redentora de cómo el dolor y el perdón bien encauzados son capaces de crear obras exitosas. 

 
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