Poca ropa y mucha acción
Por José Antonio Quiñones
Dirigida por Zack Snyder (300, 2006; Watchmen, 2009), Sucker Punch: Mundo surreal centra su pobre trama en la vida de un grupo de huérfanas víctimas de vejación, recluidas en un hospital psiquiátrico. Baby Doll (Browning) es la más reciente de las internas y, como todas las demás, carga sobre su espalda una lápida de tristeza, abandono y abuso.
Condenadas a pasar el resto de sus días en los pasillos del siniestro manicomio, Baby Doll, junto con las otras internas, Sweet Pea (Cornish), Rocket (Malone), Blondie (Hudgens) y Amber (Chung), optan por escapar de la cruel realidad que les rodea imaginando un mundo en donde todas se prostituyen, sirven tragos, le bailan a hombres poderosos y, cuando se necesita, algo más. Así comienza el sensual espectáculo. Baby Doll decide que el siguiente plan que pondrán en marcha será escapar de ese horrible lugar. Con astucia y visión muy por encima de las demás, Baby Doll descubre que su verdadero talento es el de bailar sexy, muy sexy y que así puede distraer a los horribles opresores que la rodean.
Esto parece no tener mucho sentido. ¿Qué tiene que ver un plan de escape con el movimiento de caderas? Resulta que el baile de Baby Doll es tan excitante que todos los clientes caen rendidos a sus pies. Mientras eso sucede, las cinco jovencitas aprovechan para trasladarse a otra realidad en donde siguen llevando poca ropa pero con la diferencia de que ahora son un grupo de mercenarias armadas hasta los huesos con la misión de encontrar cinco objetos que son el camino específico para obtener su libertad.
Además de lo absurdo de la trama y lo forzado que resulta el hecho de poner a un grupo de chicas guapas a pelear en negligé –aunque, tampoco me quejo –, Snyder y el co-guionista, Steve Shibuya, decidieron contar la historia a través de cinco viñetas. En cada una, las chicas buscan un objeto en particular. Esta situación no hace más que revelar en su totalidad el devenir de la historia cuando todavía falta hora y cuarto para que termine. Es decir, limita al espectador, lo encierra en un esquema narrativo que no le permite ir más allá. Desde un principio se sabe que una vez concluidas las cinco misiones se acaba la película.
Por supuesto, Sucker Punch y su realizador Zack Snyder no pretenden cambiarle la vida a ningún adolescente, sino al contrario, buscan entretenerlo y maravillarlo con grandes efectos visuales. Tanto así, que el hecho de dividir la cinta en cinco misiones nos remite al tratamiento narrativo propuesto por la mayoría de los videojuegos tipo MMORPG (Massively Multiplayer Online Role-Playing Game), sistema de juego basado en el tradicional RPG (Role-Playing Game) como por ejemplo The Legend of Zelda , con la ventaja de que permite la interacción simultánea de varios jugadores. El referente inmediato, la compañía de videojuegos Blizzard Entertainment, creadora de Diablo y World of Warcraft.
Esto más el espectáculo visual de Snyder, hacen que el gusto por esta cinta esté reducido a un nicho de gamers y quizá algunos animadores. Al menos visualmente Sucker Punch es un buen augurio de lo que Snyder podría estar preparando para Superman: Man of Steel (2012).