De brujas exangües y diablos de plastilina
Parece ser que después de su ópera prima, Kalifornia (1993), en donde Brad Pitt y Juliette Lewis ya anunciaban con brillantes actuaciones el éxito venidero de sus carreras, y de la memorable secuencia de Swordfish (2001) en donde el tiempo se detiene para observar cada segundo de una explosión en una verdadera orgía visual sin cortes, el director Dominic Sena se ha quedado sin norte.
Temporada de brujas, situada en la época de Las Cruzadas, cuenta la historia de dos soldados de Cristo, Behmen (Cage) y Felson (Perlman), que tras innumerables y cruentas batallas deciden no seguir adelante con la guerra de un Dios tan sediento de sangre. Los compañeros de campaña huyen del ejército acusados de desertores; durante su travesía, descubren que los pueblos han sido azotados por una terrible plaga. La Compañía de Jesús vuelve a interceptarlos en el camino y so pena de muerte, los obliga a cumplir con una importante misión: llevar a la bruja responsable de la peste a un monasterio del otro lado de las montañas para que sea juzgada por los monjes poseedores del Libro de Salomón. Lo que no saben los dos valientes servidores de Cristo es que en aquella jaula arrastrada por caballos no llevan a una bruja, sino a una fuerza maligna mucho más poderosa.
Parece que nadie le advirtió al señor Sena sobre ciertos consejos básicos que tienen que tenerse en cuenta a la hora de hacer una película épica de exorcismo. Primero: no hagas una película épica de exorcismo si no tienes dinero. Segundo: si no tienes presupuesto suficiente contrata un buen fotógrafo para que no parezca que las batallas las filmaste en el jardín trasero de tu casa, vistiendo a los soldados con los harapos de la caja de disfraces de tu abuelita. Tercero: sin presupuesto más vale no pensar en efectos especiales CGI, si no quieres que tu película se vea como Furia de titanes de 1981 en pleno 2011.
Cuarto: quizá la elección de Ron Perlman para interpretar a un hombre de Dios que pelea contra el demonio pudo haber resultado una bonita broma, pero la característica fisonomía del actor que le ha valido papeles de freak o monstruo en cintas como Hellboy (2004) o Alien (1997), nos hace sentir que en cualquier momento va a voltear a morder la cámara o arrancarle la peluca con todo y tapa del cráneo a Nicolas Cage. Quinto: mata al guionista que pone a los personajes a narrar en pantalla lo que les va sucediendo. Y, sexto: (acabemos con este número alegórico al tema de la película) nunca, pero nunca, debe mostrarse directamente el rostro de Satán en pantalla y menos de ¿cuerpo? completo, sobre todo si parece un dragón medieval de plastilina.
En resumen, Temporada de brujas es un verdadero batidillo cinematográfico de pústulas supurantes, héroes maltrechos y brujas de medio pelo, que no podrá exorcizar sus fallas ni con toda el agua bendita del mundo.